Vida y muerte
Ningún teólogo, tampoco los grandes filósofos, nos iluminó demasiado; pensadores a lo largo de la historia dejaron presente la opacidad de nuestras mentes para asimilar reflexiones en profundidad sobre la vida y, sobre todo, sobre la muerte.
¿Por qué nacemos nosotros y no otros? ¿Por qué después de vivos se nos deja morir sin más? ¿Es la muerte un sueño eterno, o será la vida un sueño profundo? O acaso viviremos eternamente este juego espiritual de muchas preguntas sin ninguna respuesta.
De existir otra vida como muchos dicen y creen, ¿cómo será?, ¿recordaremos algo de la vida o vidas anteriores? Sinceramente, creo que no, de lo contrario ya conformaríamos y confirmaríamos este enigma con reminiscencias de vidas pasadas.
Se pararon a pensar ¿por qué esta vida, estos seres vivos y no otros?, ¿por qué somos así y no de otra manera? Es sentirse ínfimos al observar la perfecta composición y compenetración con el resto del universo.
Claro que existe algo infinitamente superior a nosotros, alguien que pudiera ser perfecto, pero al hacernos a nosotros demostró que tiene límites; nos hizo incompletos e imperfectos. Incapaces de descifrar el misterio de la vida con el interrogante de la muerte. Muy imperfectos por no aprovechar el tiempo de vida para disfrutar de todos los medios a nuestro alcance, para al menos ser felices en este mundo, para, si vienen otros, ser merecedores de ellos.
No se trata de pecados, más bien envidias, egoísmos y maldad. Todo eso nos impide disfrutar de un mundo real y completo.
No tendríamos que preocuparnos por la muerte, ya vendrá, a todos sin excepción, por ello, ante tantas incongruencias mentales solo nos queda aconsejar a todos ser mejores personas, no somos nadie, en un soplo nos esfumaremos, ¿para qué desear mal a los demás? Disfrutar y ser felices con lo que la vida les da y con la capacidad individual de lograr superar metas sin egoísmos ni avaricia. Sobre todo, ayudar a los demás, es el mayor premio para alcanzar la felicidad.
Nada, ningún bien terrestre irá con nosotros, la maleta no tiene por qué ir vacía, nos podremos llevar (lo único que podremos llevarnos a la otra vida) el recuerdo de quien nos aprecia. Por eso, ese es el mayor premio y logro de nuestro caminar por esta vida, el recuerdo de personas que nos quisieron y amaron por ser como éramos, y no por lo que tuviéramos y dejáramos de tener. Un abrazo, háganse merecedores de recuerdos y sean felices.
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