Para que el mundo me habite
Estoy de acuerdo con Ignacio Sánchez Cuenca en que España atraviesa un cambio cultural importante. Aunque tal vez aquí, en Asturias, ese nuevo españolismo sea más débil. Asturias siempre ha sido, con mucha emigración, bastante más universal que otros. Pero hoy quiero hablar desde España. Y en ella, otra parte, no creo que ni las derechas ni las izquierdas hayan encontrado hoy su registro adecuado y eficaz. Aunque tampoco por ello hay que asombrarse en exceso. Puede ser que muchos de los grandes problemas que nos plantean hoy muchos jóvenes políticos no sean verdaderamente tales problemas. Algo así venía a decir Wittgenstein. La gente va adquiriendo ya una enorme experiencia. Y casi todo el mundo considera al otro no tanto por lo que dice o no dice, sino por lo que hace. No quiero juzgar a nuestros jóvenes políticos: comprender no es juzgar. Como persona mayor no entro ahora en valoraciones, pues ya no estoy para veneraciones gratuitas, que me parecen una tontería. Y, pensando ahora en los más jóvenes, quisiera que recuerden que el poder siempre necesitó de la necedad en los demás. Cuidado. Juzguen no por lo que se dice, sino por lo que se hace. Y, por lo demás, no caigan en la falta de sentido, de significado, o en el vacío. Y por hoy no voy a seguir. Creo que solo en el silencio se puede escuchar la voz de los que no tienen voz.
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