Colaborar en paz para que exista un mañana
Se considera que la crisis de Ucrania es una reactivación de la Guerra Fría, pero más bien se parece a la dinámica histórica que llevó a la I Guerra Mundial: cuando los imperios clásicos dieron su canto del cisne siendo la consecuencia la Revolución soviética. Luego aquello condujo a la II Guerra Mundial y sus consecuencias geopolíticas fueron la conformación de naciones y bloques que nos colocaron en esta situación actual.
El imperio de los EE UU (continuación del imperio británico por otros medios), expandido para el control del terrorismo islámico, se está retirando para un retorno con fuerza. Por su parte, el terrorismo islámico desea retornar al califato Omeya y extenderlo por África. Las cosas no se sabe cómo ocurren, pero siguen la misma dinámica histórica. El Reino Unido añora el retorno de su imperio y sueña unirse a las antiguas colonias acercándose a EE UU, por lo que se aleja de la UE con el brexit. Los EE UU se olvidan de ser los otros europeos y se van convirtiendo en los otros británicos aliándose con Canadá y Australia. Tal parece que ahora en EE UU no está siendo bien considerado con todo lo que huela a imperio español: ese imperio que tenía caminos abiertos antes que ellos desde San Agustín a San Antonio, desde Ciudad de México a Los Ángeles y San Francisco, y desde el mismo sitio a Santa Fe, para desde Santa Fe ir camino de San Antonio.
El imperio ruso: desde el Báltico hasta el Pacífico y desde el Ártico al Mar Negro, fue detenido en su expansión al oeste inicialmente por la mancomunidad de Lituania y Polonia, y, al anexionarla, por Alemania y el imperio Austrohúngaro: entonces llegó la I Guerra Mundial. La Rusia actual heredó la dictadura del Soviet Supremo, pero no es comunista. Solo ansía el retorno del imperio ruso con Putin como zar. Sin embargo, la pieza que se está moviendo inquieta, y provoca el movimiento de los demás, es China. Que, como indica su nombre, quiere ser la "Nación central". Al igual que Rusia heredó la dictadura comunista, pero ya no es comunista. Busca su imperio y se declara aliada de Rusia. El peligro en esta dinámica histórica de retiro-retorno, expansión-enfrentamiento, está en que siempre acaba de la misma despiadada forma infantil: destrucción y venganza, dominación y poder de las armas. No se equivoquen aquellos pacifistas de izquierdas: los que mueven tanques, desarrollan una potente armada y se alían, no son los otros.
Con lo que está cayendo en el mundo: alimentación, energía, cambio climático, pandemias... ¿Por qué no proyectar una mancomunidad colaborativa de Rusia y la UE con capital en Kiev? Algo que busque la supervivencia y un cambio radical en la humanidad. Algo que rompa con ese comportamiento infantil del poder de las armas, que crezca y que madure.
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