La dictadura del capital
No se puede creer la cantidad de historias abusivas que salen por el comportamiento de los bancos a la hora de atender a las personas mayores. La bola ha ido creciendo tanto que hasta el ínclito gobernador del Banco España -tan preocupado él por la subida del salario mínimo- se ha dirigido a este abnegado español que ha recopilado miles de firmas contra la exclusión financiera.
¡Pero cómo se puede haber consentido tamaño despropósito!, cerrar miles de oficinas con miles de empleados despedidos -aunque sea con jubilaciones anticipadas- para dejar pueblos sin servicio y ciudades con solamente cajeros para que las personas con brecha digital -porque no tienen edad para la informática- se queden abandonadas.
Después de los cien mil millones de euros -según Bruselas- que nos ha costado su rescate, se les consiente atropellar de esta manera a sus clientes. Pero, eso sí, siguen dando beneficios -miles de millones- porque sus "impuestos" a los clientes no los perdonan: comisiones más altas, cobros por sacar dinero de ventanilla o por hacer ingresos en efectivo, por realizar transferencias online, etcétera.
Estamos encima atados de pies y manos porque es obligado tener una cuenta bancaria: para cobrar la pensión, pagar la energía, tasas ante la Administración, tramitar la declaración de la renta, etcétera.
A esto se le puede llamar "la dictadura del capital" descaradamente, porque ningún gobierno ha sido capaz de pararles los pies ante este atropello. Bueno, ahora nos dicen que la vicepresidenta Calviño les ha dado un toque de atención. Eso sí, sin asustarlos, que igual lo toman a mal y reclaman las deudas que todos los partidos les deben de las campañas. Estamos en manos de don dinero, ellos gobiernan.
¡Nosotros también tenemos un aguante! Permitirnos estar a los pies de los caballos y no levantarnos para coger las riendas y ponerlos firmes. Juegan con nuestros ahorros, nuestra paciencia y nuestra dignidad. Pues digamos ¡basta!, porque todo tiene un límite.
José María W. Gómez
Gijón
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