El señorío de Nadal
En el deporte, y en todas las actividades de la vida, el afán de superación nunca debe estar reñido con la educación y el respeto, dos valores que tienen que prevalecer en cualquier circunstancia. Y es precisamente en el deporte en donde puede tener mejor expresión y donde más se manifiesta.
En las carreras de los grandes deportistas de todos los tiempos siempre se han destacado sus virtudes personales, incluso por encima de las deportivas, ya que en ocasiones una desmedida ambición puede desmerecer los méritos deportivos y ensombrecer los logros si estos se consiguen con malos modales.
Hay en la historia del deporte muchos nombres de estrellas de primera magnitud que han destacado en sus respectivas disciplinas tanto por sus “hazañas deportivas” como por su actitud, pero quizá ninguno haya alcanzado un nivel de comportamiento, dentro y fuera del terreno de juego, de educación y de respeto al rival como el mostrado por Rafael Nadal a lo largo de su larga trayectoria profesional, lo que le ha llevado no solo a la gloria deportiva, sino también a ser considerado un símbolo y un icono universal.
Un auténtico Señor del deporte, en toda la extensión de la palabra.
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