Para bien o para mal
"La revolución de los robots" (1961) es un viejo libro que hace viejo al tema, en él se recogen ponencias de expertos sobre los grandes cambios del porvenir realizadas años atrás. Estaban de acuerdo en que la segunda revolución industrial había comenzado, que, mientras en la primera revolución industrial la máquina era vigilada por humanos, en esta sería vigilada por las computadoras alcanzando una producción totalmente automatizada en fábricas con muy pocos "obrero-ingeniero". Pensaban que traería grandes cambios para bien y que los aumentos de la producción podrían satisfacer las necesidades de la gente mediante fábricas sin gente. "Automatización quiere decir que el trabajo (...), en primer término, puede realizarse esencialmente sin los auxiliares que se empleaban hasta ahora, como por ejemplo, los obreros de la cadena de montaje y, en segundo lugar, que los cálculos, los trabajos de escritorio y toda la cabeza burocrática que se ha ido formando en las grandes empresas para regular y mantener todo en orden, se reducen debido al uso de la computadora" (p.144). Pecaron de ingenuos, pensaron que el trabajo, en su sentido ético (obligación-necesidad), podría realizarse en un tiempo reducido, lo que dejaría más tiempo para actividades estéticas (afición-entretenimiento) y, sobre todo, para la formación profesional permanente en la actividad vocacional que se desea realizar (ocupación-realización). Los matices se entienden fácilmente con el ejemplo biográfico de Arthur C. Clarke: cuando la curva de sus ingresos como escritor de ciencia ficción (ocupación-realización) cortó a la curva de sus ingresos como ingeniero de telecomunicaciones (obligación-necesidad), logró tener más tiempo libre para el buceo en aguas de Sri Lanka (afición-entretenimiento).
Ahora, inmersos en la tercera revolución industrial, la inteligencia artificial (IA) toma el control de la fabricación totalmente automatizada sin vigilancia humana directa. En Asturias no hemos avanzado a ese nivel, y aún se demandan aprendices para procesos manuales que podrían estar plenamente automatizados. No disponemos de robots con los que construir las grandes estructuras que son nuestra especialidad (aerogeneradores marinos o pesados vehículos militares), lo cual repercute en nuestra competitividad. Por lo que ese "nuevo trabajador (...), ese hombre parado ante un tablero de conexiones", ese "obrero-ingeniero", aquí no encuentra ofertas de empleo atractivas para su desarrollo profesional.
Sin robots y sin fábricas totalmente automatizadas, no se pueden construir estructuras para aerogeneradores siendo competitivos para admitir grandes demandas, tampoco fabricar tanquetas o vehículos todo-terreno para el ejército a la par que vehículos para la industria forestal, agrícola y ganadera. Y, lo que es más lamentable, construir los propios robots para la industria pesada. Lograrlo sería difícil, proponerlo sería fácil. En primer lugar, deberíamos tener y dominar la tecnología oleohidráulica, pues está en la base de toda robotización o manipulación específicamente pesada. De haberlo pensado a tiempo, se podrían haber fabricado componentes oleohidráulicos en la fábrica de La Vega hace ya muchos años. En segundo lugar, todo en lo que éramos y somos buenos: chapa, estructuras y similar, habría que enfocarlo en esa dirección: fabricar robots para la industria pesada y que los robots se fabriquen a sí mismos. ¿Se han imaginado alguna vez que en la Fábrica de Armas de Trubia se podrían construir carrocetas para la selvicultura o robots agrícolas y ganaderos o maquinaria de obras públicas o pesados robots para que se construyan a sí mismos? No hay tanta diferencia con lo que se hace e hizo hasta ahora si se dispusiese de investigación, tecnologías complementarias y de una estructura formativa dinámica que buscase conocimientos fuera para implantarlos en las fábricas de aquí. Quizá adquirir conocimientos en esta época no sea algo de gran dificultad para personas bien preparadas, pero lo difícil es tener la estructura adecuada para divulgarlos y llegar a disponer de una robotización total que abarate y facilite las ventas: lo artesanal en plan traje de sastre, no tiene oportunidad frente al prêt-à-porter totalmente automatizado.
Así que todo parece ir para mal, sin embargo, iría para bien si dispusiéramos de suficientes robots en la industria pesada con sus "obrero-ingeniero" que, egresados de la universidad, irían directamente a las empresas a coger su experiencia práctica y a aportar novedades haciendo que surjan preguntas desde el seno de las propias empresas. Luego la formación profesional permanente, con sus instructores provenientes de la empresa, ayudada por la universidad, llevaría la actualización de los conocimientos a todo el personal. Estamos en un mundo fluido que fluye como en una carrera por relevos y, si no se pasa bien el testigo de los conocimientos a los que están corriendo (de profesores de universidad a instructores, y de estos a empleados de las empresas), se pierde competitividad y las empresas serán sobrepasadas.
Si hiciésemos las cosas bien, y dispusiésemos de energía suficiente, podríamos disponer del robot o del bot avatar de la próxima revolución industrial. Se equivoca Elon Musk cuando afirma que la humanidad debe colonizar los planetas. Pues no es la humanidad, sino bots y robots construyéndose a sí mismos en los planetas, quienes, cuidando al punto azul de la Tierra como hábitat de la humanidad (la cual tendría sus bots avatar en el espacio y en la Tierra también), colonizarían el Sistema Solar: el ser humano solo puede permanecer fuera de la biosfera en una burbuja que la simule.
China y Rusia ya tienen puesto el ojo en colonizar la cara oculta de la Luna.
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