La gastroenteritis salva la reforma laboral
El espectáculo del otro día en la jaula de grillos en la que se ha convertido el Congreso de los Diputados fue simplemente deplorable. Dos bandos claramente diferenciados, gritos, desolación, abrazos, aspavientos por doquier, saltos, insultos, gestos impresentables.
Después vinieron las ruedas de prensa para dejarnos claro que no es fruto de la emoción de un día, sino que la política de altura y la que preocupa a los ciudadanos no existe.
Semejante espectáculo ya no se ve ni en los campos de fútbol. Otro ejemplo más de que la sociedad está muy por encima de su casta política. Las dos Españas afortunadamente sólo están presentes en la carrera de San Jerónimo.
No era un asunto baladí lo que los forofos votaban. La reforma laboral era clave para que España pueda recibir 12.000 millones de euros, de los cuales 10.000 dependen de la reforma del mercado de trabajo. Afortunadamente Europa manda y se trataba de un paso más ya que previamente las líneas de la reforma habían sido acordadas entre Bruselas y nuestro Gobierno y firmadas por los agentes sociales (sindicatos) y patronal.
Resulta difícil entender la política española carente de grandes pactos de Estado y tanta afrenta continua a los ciudadanos.
El Gobierno había asegurado a sus electores, en varias ocasiones, la derogación en su totalidad de la reforma laboral sin contar con Bruselas o sabiendo que resultaría imposible. Los socios de gobierno independentistas "a diestra y siniestra" votaron en contra porque no encontraron ninguna razón para aprobarla. Por electoralismo o falta de rédito económico abandonaron al pairo a su socio y a sus votantes.
Los partidos de derechas votaron en contra a pesar de que la CEOE, que representa a dos millones de empresas y autónomos, aceptó de buen grado el acuerdo.
Dos diputados cambiaron a última hora el sentido de su voto quebrando la férrea disciplina de partido imperante en nuestras Cortes, con lo que triunfaba el "no" por un voto durante unos segundos. El milagro vino de manos de un diputado de la oposición que se encontraba en casa o en un hotel con "gastroenteritis" y la pifió. Cambió el resultado de la votación. Raudo y veloz "a calzón quitao" se dirigió al hemiciclo para intentar rectificar el chasco, pero no le dejaron volver a votar.
El sufragio favorable del enfermo del "excusado" aprobó algo en lo que todos, ellos y nosotros, nos jugábamos tanto. No hubo VAR y la polémica está servida.
Lo advirtió hace unos días el chamán de la política: "Yo ya no soy político, puedo decir la verdad". De lo que se deduce que de ser cierto nuestra patulea política no dice la verdad ni al dentista.
Pero lo que afecta a los incrédulos lacayos es, más o menos, lo siguiente:
El contrato de obra o servicio es el que más se utiliza en el sector de la construcción. Ahora, una vez termine la tarea asignada, la empresa deberá recolocar al trabajador en otra obra. Si no se hace, se extinguirá el contrato y el trabajador recibirá una indemnización del 7% calculada sobre conceptos salariales del convenio.
Para evitar el abuso que han llevado a cabo las empresas multiservicios en los últimos años, el nuevo marco regulador entre las empresas contratistas y subcontratistas "será el de la actividad desarrollada", no el de la empresa contratante. Hasta ahora prevalecían los convenios de estas empresas, por lo que podían rebajar salarios para competir a la baja entre ellas. Ahora, si una empresa provee a otra de personal de limpieza o informáticos o jardineros, los trabajadores quedarán cobijados por lo que regule el convenio colectivo de cada uno de estos sectores.
Con la reforma llega un nuevo marco de control que establece distintas sanciones para desincentivar la contratación temporal fraudulenta. Las infracciones pasan a ser individuales, no es una multa global a la empresa, con sanciones que se elevan de 8.000 a 10.000 euros máximo por cada empleado con el que se haya cometido una infracción.
Se crea también el llamado Mecanismo Red de Flexibilidad y Estabilización del Empleo, con el fin de reforzar el mantenimiento del empleo en las empresas que soliciten medidas de reducción de jornada y suspensión de los contratos de trabajo. La empresa podrá acogerse a determinadas exenciones a las cotizaciones a la Seguridad Social entre el 60% y el 20%, siempre y cuando la empresa desarrolle acciones formativas.
Se modifica la regulación de los ERTE (especialmente los de fuerza mayor, con exoneraciones del 90%). La reforma supone mayores facilidades de tramitación y aplicación para las pymes, además de exoneraciones en las cotizaciones a la Seguridad Social del 20%, condicionadas, eso sí, a la realización de acciones formativas.
Y no se hace nada con el nudo gordiano, que parece imposible de cortar, de la anterior reforma que era la indemnización por despido, manteniéndose en los 33 días. Supongo que es una razón de fondo para que los empresarios aceptarán esta reforma.
Debería haberse votado también la inclusión, además de todas las prebendas asignadas, de una cajita de Fortasec en cada escaño de uso exclusivo de sus inquietantes señorías. Quizás les serviría para recordarles que "no deben perder las llaves" con la misma facilidad con la que nos avergüenzan.
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