Arrimar el ascua a su sardina
El Parlamento, ese lugar de culto en el que se debería discutir de asuntos varios para llegar a acuerdos de interés general, en la práctica, y por lo que vemos a diario, se ha convertido en un lugar en el que se discute a voces sin el menor ánimo de entendimiento
Es por esto por lo que considero que si hablar en el Congreso se ha convertido en un "pim, pam, pum", en un fuego cruzado de descalificaciones en el que cada cual quiere "llevarse el gato al agua", por lo que la esencia misma de la democracia y el origen etimológico de la palabra Parlamento se están desvirtuando, perdiendo con ello su verdadero espíritu, que no es otro que el de hablar civilizada, respetuosa y educadamente, haciendo el mejor uso de las palabras, para convencer, pero nunca para otros fines que no sean los del bien común.
Poderse manifestar en el Parlamento es un privilegio del que disfrutan nuestros representantes políticos, quienes no deberían olvidar que han sido elegidos para desempeñar una función pública que conlleva una extraordinaria responsabilidad que no es siempre bien ejercida por querer "arrimar siempre el ascua a su sardina".
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