Un grito de libertad y esperanza
Mientras la “pandemia” pretende seguir su curso en busca del objetivo final, podemos distraernos con los conflictos de Taiwán o de Ucrania, pero en ningún caso ignorar la batalla gobernantes-gobernados que, con muy poca cobertura en los medios informativos, se libra en Canadá y promete extenderse a otros países de América y Europa.
La rebelión de camioneros canadienses es un hecho relevante y un claro ejemplo del emergente movimiento ciudadano que está forzando a las avanzadillas “covidianas” a ceder posiciones y retroceder en su presión y sometimiento de los dos últimos años.
El primer hiperrestrictivo ministro Justin Trudeau, que se ha referido a los invasores de la gran plataforma como “una minoría marginal”, prendió la mecha de este movimiento al decretar la vacuna obligatoria hasta para el último camionero del país.
La respuesta fue que, mientras Trudeau se escabullía al amparo de la noche, con destino desconocido, la gran mayoría de los 70.000 camiones, llenos de carga esencial, que semanalmente cruzan la frontera de Canadá y EE UU, ida y vuelta, han dicho ¡basta!
Es serio y promete empeorar si la Policía, remisa a actuar contra los insurgentes, se ve obligada a hacer detenciones, o el primer ministro declara el estado de emergencia y recurre a los militares. Muy serio, ya digo.
Los camioneros y la gente de todo Canadá quieren libertad y paz, pero el Gobierno quiere paz sin libertad, y está dispuesto a usar la fuerza para forzar la paz.
¿Se imagina que 50.000 tráileres rodeen Ottawa, creando condiciones de asedio, haciendo que el Gobierno tenga que rendirse por falta de alimentos y otros bienes?, ¿imagina una huelga de brazos caídos de este colectivo?, ¿habrá que detenerlos si deciden no ir a trabajar? Sería, está siendo, épico.
Aparte los 80.000 sanitarios ingleses sin vacunar a los que ya no va a expulsar, las demandas presentadas por “crímenes de lesa humanidad”, la renuncia a todas las medidas restrictivas en Dinamarca y Suecia; la suspensión de medidas coercitivas en Austria; la retirada de todas las restricciones ordenada por Boris Johnson en Reino Unido; el anuncio de Biden de retirar esta semana el mandato de vacuna o prueba de covid para grandes empleadores, y, como ya decíamos aquí en fechas pasadas, la “ayuda” inestimable del “benigno” Ómicron han posibilitado que la posición oficialista haya cedido posiciones hasta ahora conquistadas y se plantee, quizás, otras “catástrofes” alternativas con las que mantener aterrorizada a la ciudadanía de todo el mundo. ¿Cambio climático? ¿Apagón general? ¿Ruptura de cadena de suministro (hambre)?
Es un momento histórico de esta partida de covid-19 con cartas marcadas en la que la mayoría ya hemos perdido, se nos ha hecho de noche, estamos cansados y es hora de que termine, no sin antes exigir rendición de cuentas a los beneficiarios por haberse hecho de oro con faroles, trampas y mala praxis, con resultado de heridos y muertos.
Saludos cordiales.
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