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El cuestionado liderazgo de Casado

9 de Febrero del 2022 - J.J.J. Suárez González (Gijón)

Cada vez es más evidente que el liderazgo de Pablo Casado en el principal partido de la oposición y como líder candidato a suceder a Pedro Sánchez en la Presidencia del Gobierno está cuestionado, lo está por sus adversarios, lo está por los analistas políticos, lo está por los agentes sociales y lo está hasta por sus propios correligionarios. Casado se aprovechó de una situación desastrosa en su partido y de navajazos traperos internos para tejer unas alianzas que le permitieron salir elegido presidente en el congreso de su partido tras la caída de Rajoy. Tras aquella victoria, Casado purgó a casi todos y todas los/las de la dirección anterior, no solo en la ejecutiva del partido, también en algunas CC AA, y se plegó de buen grado a las directrices de FAES. No tardaron en subirse a sus barbas las marionetas de Aznar, todos vimos lo que le pasó a Casado con Cayetana Álvarez de Toledo, pero mucho peor para Casado ha sido el enfrentamiento con Ayuso, un enfrentamiento del que, tras la aplastante victoria en las elecciones de la Comunidad de Madrid de Dña. Isabel Natividad, salió mal parado, porque nadie adjudicó esa victoria a Casado ni al PP, todo el mundo coincidió en que fue una victoria personal de Ayuso. Convergiendo con el problema de liderazgo, el PP se encuentra con otro problema muy importante, un problema que también tienen las derechas europeas pero que fuera de nuestras fronteras se está lidiando de otra manera, me refiero al auge de la ultraderecha. Casado había marcado distancias con la ultraderecha en la moción de censura contra Sánchez que presentó Vox, pero enseguida vimos que aquel aparentemente valiente y democrático discurso era un brindis al sol. Lo era porque, entre otras razones, el PP gobernaba en Madrid, en Murcia y en Andalucía gracias a la ultraderecha. Para ganar en Madrid y cortar las alas a Vox, Ayuso lo que hizo fue apropiarse del discurso de Vox. Si alguien que no conociera bien la política española escuchara a Ayuso pensaría que es una mujer del partido de Abascal. Pues bien, Casado ha caído también en ese error, piensa, muy erróneamente, que si a Ayuso eso le salió bien a él también le va a salir. Recordemos que Alberto Núñez Feijóo, con un talante y un discurso muy diferente, más en consonancia con las derechas civilizadas europeas, arrasó en Galicia, obteniendo mayoría absoluta y dejando a Vox sin un solo diputado. Yo estoy completamente seguro de que si se hace una encuesta y se pregunta a los españoles si ven más a Feijóo o a Casado como presidente del Gobierno, gana el gallego por goleada. Casado no solo no tiene propuestas serias para este país, su discurso descalificador y tremendista ya asusta hasta a los empresarios y su coqueteo con la extrema derecha disgusta mucho al propio Grupo Popular Europeo y a los partidos que lo conforman, ¿Es consciente Pablo Casado de que la derecha europea no va a permitir, bajo ninguna circunstancia, que el PP gobierne España con Vox? Tras el triunfo de Ayuso en Madrid y el creciente cuestionamiento del liderazgo en su partido, Casado tenía que reivindicarse, tenía que demostrar que él era el único gallo en el gallinero. Para eso estableció una hoja de ruta que debía llevarle a la Presidencia del Gobierno: primero ganar las elecciones autonómicas en Castilla y León y luego en Andalucía, adelantándolas, como hizo Ayuso, y finalmente en España. Pero hete aquí que la irresponsabilidad de los socios nacionalistas del Gobierno le dio una buena oportunidad de derrotar a Sánchez y a "los comunistas", una oportunidad de cargarse la reforma laboral pactada entre sindicatos y empresarios y necesaria para recibir los fondos europeos. A Casado parece que nadie lo gana a irresponsable y la dirección del PP volvió a las andadas urdiendo una nueva versión del "Tamayazo" que en su día propició que Esperanza Aguirre llegara a ser presidenta de Madrid. Todo estaba perfectamente planeado, pero, como diría Fermín Trujillo, "hay algo, llámalo Dios, llámalo energía, que hace justicia". Así, todos vimos la cara de tontos que se les quedó a los nacionalistas, que votaron no a la reforma laboral convencidos de que iba a salir el sí, vimos cómo los del PP miraban hacia los escaños de los trásfugas, esperando ver cómo cambiaban el sí que habían dicho a todo el mundo que votarían por el no que habían comprometido con ellos. Pero los aplausos y alegría por fastidiar a cientos de miles de trabajadores y por perjudicar a España duraron poco, lo suficiente para que todos los españoles se dieran cuenta de la oposición que tenemos. Un error, uno más de los cientos que se han cometido en el Congreso de los Diputados a la hora de votar, pero que esta ver dolía mucho a los tramposos. Ha sido encantador escuchar a Federico Jiménez Losantos llamarlos tontos, pero no tontos por votar en contra de una reforma laboral necesaria, tontos por equivocarse en el voto. Si las próximas elecciones en Castilla y León no salen según lo previsto por Casado y su equipo, su hoja de ruta y el liderazgo en el PP quedarán definitivamente tocados.

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