Ciencia y gratitud
El 11 de febrero se celebra, desde hace siete años, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
El objetivo de este tipo de días internacionales es siempre dar a conocer una causa, en este caso apoyar, reconocer y visibilizar la labor, el trabajo y el papel fundamental que la mujer ha tenido y tiene como agente de cambio en un campo tan tradicionalmente masculino como es el científico y el investigador.
También en este campo la mujer sigue estando en inferioridad de condiciones. Por ejemplo, solo es mujer uno de cada tres investigadores y solo uno de cada diez miembros de las academias científicas nacionales. Las mujeres reciben becas investigadores más modestas que sus compañeros varones. Y, aunque cada vez más mujeres eligen carreras universitarias de ciencia y/o tecnología, seguimos siendo una minoría en informática, física, matemáticas o ingeniería.
Sí, soy mujer y soy feminista. Creo que la lucha por la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres es totalmente necesaria, en la ciencia y en todos los ámbitos. Pero hoy no quiero centrar en la lucha esta reflexión. No. La quiero centrar en el agradecimiento.
Sumario: A propósito de la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia
Destacado: Sin olvidarnos de las necesarias reivindicaciones en cuanto a la igualdad de oportunidades, la brecha salarial o la conciliación, es mejor que nos centremos en lo positivo, en el agradecimiento, en el apoyo y en potenciar lo bueno de cada situación o circunstancia
Agradecimiento con mayúsculas a todas aquellas pioneras, luchadoras incansables, que a lo largo de la historia han ido llamando a puertas cerradas para ellas y consiguiendo algunas veces que se abriesen o al menos se entreabriesen. Mujeres científicas cuyos logros o descubrimientos han quedado muchas veces a la sombra de los de sus compañeros masculinos. Mujeres que no han obtenido la visibilidad o el renombre de estos, pero que han sido vitales para tantos avances técnicos y científicos.
Agradecimiento, imprescindible, a aquellos hombres que de un modo u otro han facilitado su labor. Agradecimiento incluso a los que, sin facilitarla, al menos no la han entorpecido. Porque para que cada una de las pioneras que nos han precedido haya podido ir abriendo esas puertas, además de su esfuerzo, su pasión, su tesón, su talento y su dedicación, ha sido necesario también el apoyo de padres, hermanos, maridos, profesores, compañeros… esos que, pese a lo que dictaban las normas de cada época, han creído en ellas, las han arropado y les han facilitado ir avanzando, poco a poco, hacía su sueño.
Me gustaría también hablar de la necesidad de contar con apoyos, de hacer tribu, de rodearse de personas que aportan, que suman... Me gustaría hablar de la importancia que para todos, hombres y mujeres, tiene contar con una red de apoyo mutuo, un grupo en el que sentirse arropado, comprendido y sostenido.
En este sentido son cada vez más habituales las asociaciones en las que las mujeres podemos encontrar esa tribu, ese apoyo tan necesario. No tanto quizás en el ámbito científico, pero sí por ejemplo en el empresarial. Es el caso de la asociación Mujeres de Empresa, red de autónomas, empresarias y profesionales de Asturias de la que soy miembro y que supone para mí una maravillosa red de inspiración, estímulo e impulso.
Creo firmemente que, sin olvidarnos de las necesarias reivindicaciones en cuanto a la igualdad de oportunidades, la brecha salarial o la conciliación, es mejor, e incluso puede resultar más provechoso, que nos centremos en lo positivo, en el agradecimiento, en el apoyo y en potenciar lo bueno de cada situación o circunstancia.
Quizás si consiguiésemos dejar un poco de lado esa crispación, ese enfrentamiento directo, esa dicotomía conmigo-contra mí que parece imponerse actualmente en todos los medios, y buscar el consenso, los muchísimos puntos que seguro tenemos en común, lograríamos avanzar, juntos, hacia un futuro mejor. ¿Lo intentamos?
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