Las lágrimas de un purasangra
Para ser un purasangre hay que tener un cuerpo musculoso, hombros y brazos fuertes, piernas largas, una extraordinaria calidad y un gran corazón, como el de Juan Martín del Potro, que en su apellido encierra la nobleza y el poderío de los muy grandes, con los que solo pueden las adversidades.
El enorme tenista argentino, uno de los mejores del circuito ATP los años que pudo competir en buenas condiciones, llegó al número 3 del ranking mundial, logró triunfos en todas las categorías, Grand Slam, Master 1.000, Copa Davis y Juegos Olímpicos incluidos, pudo vencer a los más grandes y se quedó a las puertas de encaramarse a lo más alto por un sinfín de lesiones que comenzaron en 2010 y que han acabado prematuramente con una carrera que podría haber sido de ensueño.
Delpo, como se le conocía cariñosamente, se ha despedido ante el público argentino llorando antes de iniciar el que sería su último servicio en un partido jugado contra su compatriota Delbonis.
Es una verdadera lástima que uno de los tenistas con más proyección, que hubiera podido encaramarse al número uno, sin lugar a dudas, haya sufrido una lesión después de otra, lo que le ha obligado a abandonar prematuramente la competición. Pero la vida sigue y estamos seguros de que el astro argentino sabrá labrarse un futuro dentro del mundo del tenis impartiendo su sabiduría.
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