Las consecuencias de un mundo sin Dios
La ONU dio un aviso este año pasado: un poco más de irresponsabilidad y egoísmo, y, al sobrepasar el límite del calentamiento global, se pondrá el punto final a la habitabilidad del planeta. Ya lo hemos sobrepasado porque, aunque dejemos de contaminar, el proceso es irreversible. Según algunos científicos, nos quedan unas décadas, pero... “no pasa nada”, ya se arreglará. Los insectos están desapareciendo en Europa en un 70 %, pero no pasa nada, ya polinizaremos con un pincel de flor en flor, porque, claro, si no hay cosecha el fin llegará antes, pero no pasa nada.
Una sola colilla de tabaco contiene mercurio, plomo, cianuro, cadmio... Su veneno contamina con la lluvia hasta 500 litros de este vital líquido, como señalaba aquí don Miguel Fernández-Palacios, y ¿qué hacemos? Solo en España el 20% de la población es adicta a esa droga legal que mata a 50.000 personas todos los años y amenaza a las personas expuestas al humo del tabaco, que tienen un 51 % más de riesgo de desarrollar cáncer oral, según un estudio publicado en la revista “British Medical Journal”. El tabaco nos consume la vida y aumenta el efecto invernadero al deteriorar la calidad del aire con gases que dificultan la oxigenación de la sangre y dañan nuestros órganos, en especial pulmón, corazón y cerebro; y eso sin tener en cuenta sus casi setenta sustancias químicas cancerígenas ni el alquitrán que bloquea los bronquios de quien lo respira. Pero... solo faltaría poner dificultades al tercio de la población votante, es decir: aquí sí que es imposible que pase algo. Y no quiero insistir otra vez con los cien mil abortos al año, un millón en una década en España, o la violencia, o el crimen organizado y particular, etcétera.
La ambición del “Rey del Norte provoca el anunciado enfrentamiento con el Rey del Sur” (Daniel 11: 40-45), pero... “no pasa nada”, ya se arreglará. Los gobiernos comienzan a revolverse contra la religión que han llevado en sus lomos, por abusos sexuales (Apocalipsis 17: 18) pero... “no pasa nada”, ya se arreglará. ¿No se arreglaron las hogueras de la Inquisición, o las santas cruzadas? La sociedad misma tampoco se salva de responsabilidad ante el aumento del crimen, la delincuencia, y la inseguridad, o el codicioso sistema comercial, pero... “no pasa nada”, ya se arreglará. Bueno, bueno, pero ¿quién va a arreglar todo esto?, ¿quién puede hacerlo?
Todos podemos entender que, si hay un Dios Creador, Señor del Universo, salvará la Tierra que forma parte de su maravillosa obra y de su propósito inalterable, pero no es lógico que deje el futuro bajo el mismo sistema humano que ha traído esta situación final. Hace tiempo que no vemos en los medios de comunicación alguna explicación del presente y del futuro que no sea ciencia ficción, el viaje a Marte, un nuevo programa evolutivo ya dispuesto en el ADN de la vieja sopa orgánica por casualidad, o propaganda engañosa desde cualquier ámbito de poder; por eso no es previsible que este articulillo agrade a una mayoría, rompiendo los cómodos esquemas de que... aquí no pasa nada, porque para algunos las quejas inagotables aquí y allá llegarán algún día a alguna parte y... todo se arreglará.
Pero si alguien cree que merece la pena investigar en si Dios tiene o no un plan de rescate, aunque por ello pase algo, aunque el mundo se le carcajee, puede empezar por el Génesis y leer despacio, pensando en el significado y no solo en la historia: el ser humano fue hecho para vivir, no para morir. “Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó... Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mira!, era muy bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día sexto” (Genesis 1:27,31). Entonces ¿queda esperanza? Eso es lo que ha venido diciéndonos en su Palabra el Dios del Universo: hay un fin del sistema humano que optó por decidir por sí mismo lo que está bien y lo que está mal, y, tras el fracaso, ya aparece el nuevo principio anunciado (Mateo 25: 31-46), (Apocalipsis 21: 3,4). (Salmos 37: 1,2, 29,34).
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

