De tu última alumna
Estudiar una carrera como Medicina no es fácil para nadie y no lo ha sido para mí tampoco. En este tiempo de derribarme y reconstruirme de nuevo, de intentar comprender, lo que nunca ha variado es mi necesidad de servir, de contribuir, de pertenecer a mi comunidad. En sexto, mi último año, todos los días me pregunto cómo podré hacer eso de la mejor forma, dónde encajaré mejor, espero un golpe de suerte; lo que nunca imaginé es que en semejante momento se cruzaría en mi vida un hombre como Salvador Tranche. El lunes de su última semana empezó mi rotación en el centro de salud El Cristo, con él en su consulta, asistiendo a la especie de milagro que es ser sin esfuerzo un excelente médico, un entusiasta, un hombre noble, comprometido y, sobre todo, una buena persona. El viernes tuvo la ocurrencia de poner un cartel con mi nombre bajo el suyo a la entrada de la consulta y dijo: "Hoy es un día histórico".
Tranche, gracias por darme ilusión y por demostrarme que una medicina así es posible, lo histórico ha sido conocerte.
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