No diga oposición, diga obstinación
La obstinación consiste en mantenerse en una idea, pese a que esta no sea acertada; la oposición consiste en proponer algo diferente a lo que se establece.
Corría el mes de diciembre, Pablo Casado y Mañueco urden una estratagema: convocar elecciones anticipadas para deshacerse de Ciudadanos y gobernar en solitario, tal y como hicieran en Madrid hace unos meses.
El bulo de la carne no le sirvió como bula para el objetivo de ganar por mayoría absoluta, y mientras Casado se desgastaba entre tanto borrego, vacas, cerdos y remolachas, su discurso enajenado sirvió en bandeja de plata los escaños a Vox. Ahora tendrán el dudoso honor de gobernar en Castilla y León de la mano de la extrema derecha, y el plan para quitar del medio a Ciudadanos se convierte en la peor pesadilla para el Partido Popular: gobernar con quien que te está comiendo el electorado.
Alguno puede que hoy se pregunte: ¿cómo hemos llegado aquí?... y para mí es algo tan evidente como vergonzante. La prensa blanqueó (y sigue blanqueando) a la extrema derecha, el mismo Partido Popular participó activamente, porque lo necesitó en Madrid, en Andalucía, o en Murcia. Ciudadanos, que se las daban de dignos representantes del centro, solo tuvieron ojos para la derecha, y de aquellos barros surgieron estos lodos.
El Partido Popular está perdido, desnortado, desquiciado, escorándose hacia un espacio que ya tiene dueño, y, como consecuencia de ello, vemos día tras día una nueva representación teatral. Los viajes a Estrasburgo del patriota Pablo Casado, para hacer lo imposible por desacreditar a España, se completan con la expedición de alcaldes "peperos" (agraciados o no con fondos), para volverse a casa sin ser recibidos por las autoridades. ¿Entienden a qué me refiero con la obstinación?... ¿Es o no es de obstinados reincidir en una acción cuando tanto Ursula von der Leyen como Paolo Gentiloni están felicitando a Sánchez? ¿Y qué me dicen del vicepresidente económico, Valdis Dombrovskis? Que tuvo que replicar a la diputada popular Isabel Benjumea para explicar que el desembolso de 10.000 millones se ejecutó puesto que se habían cumplido los objetivos pactados.
Si el Partido Popular representara dignamente su misión, nada se le podría echar en cara, porque oponer no significa necesariamente rechazo, ni descalificación o deslegitimación. Por eso, cuando se votó en el Congreso la modificación de la reforma laboral, volvieron a ganarse el título de obstinación. Trataron de repetir el “Tamayazo” con los diputados de UPN, lo que menos se esperaban era el fallo de uno de los suyos, y como en estos casos la culpa siempre es de otros, cargaron contra Batet... ¡Zafarrancho de combate! ¡Prevaricación! ¡Pucherazo! ¡Al Constitucional!... y yo me pregunto: ¿se dan cuenta de que, tras analizar las pruebas y los hechos, ustedes, los de la obstinación, están deslegitimando una institución? Estoy seguro de que son conscientes de ello y les importa un bledo, porque semanas atrás se produjo el asalto al Ayuntamiento de Lorca y hoy sabemos que, lejos de ser algo que se produjo de forma espontánea, obedeció a un plan perpetrado por el Partido Popular y Vox, quienes, caldeando la situación a través de las redes sociales e interviniendo en una reunión de ganaderos, lanzaron a una recua de descerebrados para que entraran en el Consistorio a grito de: ¡Os vamos a matar, gandules!
Ya lo dijo Rajoy, "gobernar es muy difícil", pero si la oposición degenera en obstinación, como es el caso, perdemos todos, perderá la democracia y ganarán quienes han irrumpido en el Parlamento con el único ánimo de destruir. Tomen nota, señores-as de la bancada popular.
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