En memoria del doctor Tranche
El pasado día 13 falleció repentinamente Salvador Tranche, nuestro médico de familia del centro de salud del Cristo desde que el centro inició su andadura hace más de treinta años.
Tranche no solo era médico, era médico de familia en toda la extensión de la palabra; por su consulta pasaron abuelos, hijos y, ahora, nietos. Comprometido siempre con su labor, que no trabajo, Tranche siempre encarnó el perfecto ejemplo de servidor público, preocupado no solamente por la salud de sus numerosísimos pacientes, sino también por procurar que la prestación del servicio sanitario, en todas sus facetas, fuera eficaz, eficiente y, ante todo, humana. Nunca dejó de reivindicar la importancia de la atención primaria y la necesidad de que fuera dotada de todos los medios personales y materiales precisos para el desempeño del servicio público esencial por excelencia.
De Tranche podemos destacar su extraordinaria profesionalidad, su dedicación plena a sus pacientes; nunca jamás dejó de atender a quienes acudíamos a su consulta, tuviéramos cita o no; siempre intentó hacer la medicina comprensible a quienes somos profanos; era conocedor de nuestras vidas y problemas, preocupándose no únicamente de la salud física o mental de los pacientes, sino también de todo aquello que pudiera tenernos preocupados o abatidos; siempre fue leal al juramento hipocrático que tenía colgado en su consulta.
Pero si extraordinario médico fue, no fue menos excepcional como persona. Siempre vital, con una energía que te contagiaba inmediatamente; siempre sonriente y alegre. Su empatía con los pacientes era bien conocida por todos. Y ante todo, su paciencia. Dedicaba a cada persona que entraba en su consulta o le llamaba por teléfono el tiempo que precisara; para él no había ratios. Siempre amable y cariñoso con todos, pero de una manera muy especial con los más mayores.
Se nos ha ido, pero su recuerdo siempre estará con nosotros. En estos momentos tan tristes, solo podemos decir: gracias, Tranche. Gracias por estar siempre ahí cuando te necesitamos; gracias por tu profesionalidad y tu humanidad. Tu ejemplo siempre estará presente a través de los muchos alumnos que formaste y en la memoria y el recuerdo de quienes hemos sido tus pacientes.
Ana M.ª Gutiérrez Fernández y familia
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