La pederastia en la Iglesia católica
Con motivo de la beatificación de los mártires de Nembra publiqué un artículo en LA NUEVA ESPAÑA explicando por qué la izquierda odiaba y en parte sigue odiando a la Iglesia. Concluía que se trataba de una cuestión competencial, de un choque de competencias. Resumiendo, tanto la Iglesia como la izquierda dicen ocuparse de los pobres, pero hay una diferencia sustancial. La izquierda genera pobres y vive de ellos, léase Cuba, Venezuela y demás países comunistas. Un ejemplo concreto, de actualidad entre nosotros, de todos conocido, es el inquilino de Galapagar, que llegó a vicepresidente del Gobierno y vive como un maharajá sin importarle lo más mínimo los pobres a los que dice defender. En cambio, la Iglesia trata de subvenir a sus necesidades como lo demuestran a diario por todo el mundo sus numerosas instituciones de ayuda, y los miles y miles de sacerdotes, misioneros y seglares, ejemplos desinteresados de amor al prójimo, especialmente a los más necesitados. Por eso los mártires de Nembra recibieron un plus de martirio, por haber osado crear un sindicato católico que invadía con éxito las competencias que creía exclusivas la izquierda.
Hoy, afortunadamente, las cosas han cambiado y ya no es aceptable ni posible en estas latitudes matar curas y cristianos a granel como en el 36. Además, ese método está demostrado que no ha dado resultados en ninguna parte del mundo, porque los mártires son semilla de cristianos. Ahora, de una manera descarada, se pone en marcha una artillería mediática por tierra, mar y aire (prensa, radio y televisión) para atacar a la Iglesia y, en consecuencia, a la conciencia de los fieles cristianos con infundios y calumnias sobredimensionados que sobrepasan con creces los límites de la realidad y de lo justo. Pero tampoco lo van a conseguir. Nolite timere eos qui occidunt corpus, animum autem non possunt occidere. “No temáis a los que matan el cuerpo, porque no pueden matar el alma (la conciencia)”.
Me explico. Se ve claramente que hay un intento masivo de todas las terminales mediáticas de la izquierda para desprestigiar a la Iglesia donde más le duele presentándola como infestada de pederastas, y a su jerarquía promoviendo la ocultación de tan grave delito y el latrocinio de los bienes del pueblo inmatriculándolos a su nombre. Esto último parece una broma y no merece comentario. Quieren quitarle incluso iglesias y catedrales. Hasta ahí no llegó Mendizábal. Pero lo de la pederastia es muy grave. Un solo caso es muy grave, gravísimo. Efectivamente, en la Iglesia ha habido casos como los ha habido en otros ámbitos, pero lo que no se puede hacer es crear un circo mediático con sesiones de mafiana tarde y noche en tomo a la Iglesia como si tuviese la exclusiva. Lo más grave es que todo esto está instigado desde el propio Gobierno, que quiere crear comisiones de investigación para mantener por tiempo indefinido y a más altos niveles la representación teatral, cuando lo más lógico es que la justicia actúe en cada caso concreto. Yo estoy totalmente de acuerdo con la descripción magistral que hace Pérez-Reverte del carácter de Pedro Sánchez, por eso no entiendo cómo el presidente de la Conferencia Episcopal no tuvo miedo de recibirlo en su despacho sabiendo que a renglón seguido lo iba a traicionar.
Paso a exponer muy brevemente la estrategia que se está siguiendo, al parecer, desde ciertos medios de izquierda para conseguir agrandar este asunto tan grave, repito, independientemente de su cuantificación.
Recuerdo que estando yo en Sevilla hace unos tres años leí en el “ABC” una noticia que me llamó la atención, pero no me sorprendió. Había sospechas de que un periódico de tirada nacional (no daba el nombre) estaba comprando voluntades por todas las provincias de España para conseguir delatores con nombres y apellidos que acusasen a la Iglesia de pederastia. Pasados dos o tres meses pude constatar que “El País” empezaba a ofrecer casos concretos, con más o menos precisión, por toda la geografía nacional con un goteo constante. Este proceso culminó recientemente en un amplio listado de nombres, en muchos casos sin rigor alguno, que fue enviado al Papa Francisco y a la Conferencia Episcopal. Me gustaría saber cuántos de ellos han acudido a los tribunales de justicia a presentar la oportuna denuncia. ¿No es curioso que después de más de cuarenta años de democracia y muertos ya los presuntos causantes se produzcan ahora denuncias masivas de casos acaecidos en los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado ante un periódico de izquierdas como “El País”?
Estos días el bombardeo está siendo constante. Una televisión de ámbito nacional en horario de máxima audiencia llegó a entrevistar a un cura estrafalario de Lugo con una vestimenta extraña, y seguidamente a una monja viperina, independentista catalana, muy conocida en los medios por su desparpajo y palabrería, que no cesaron de disparatar contra la jerarquía eclesiástica.
Termino con un caso pintoresco con final trágico. Comenzada esta ceremonia mediática, un individuo de la diócesis de Astorga le escribió al Papa Francisco para decirle que había sido objeto de abusos por parte de un clérigo. Le contestó inmediatamente aconsejándole que se pusiese en contacto con el obispo. Así fue. Al ser preguntado por sus pretensiones parece ser que le pidió una indemnización de 30.000 euros. Con buen criterio el bueno del obispo le dijo que tenía que estudiarlo y le citó para otro día. Un abogado le aconsejó grabar la conversación. El resultado fue que en la segunda visita, envalentonado, se presentó con su pareja y tuvieron el atrevimiento de pedirle 130.000 bajo la amenaza de ir al periódico en caso negativo. Evidentemente, el prelado, bien asesorado, no cedió al chantaje.
A este obispo prudente y sabio la Iglesia le puso al frente de una comisión antipederastia, pero duró muy poco su presidencia. Debió de ser tal el acoso personal y mediático que sufrió el pobre hombre que, según la opinión más generalizada, se murió de angustia con un infarto fulminante en 2019, con 62 años de edad.
Por eso a mí no me parece bien la idea de que los curas y los obispos “huelan a oveja”, porque hay mucho lobo suelto. Hoy más que nunca necesitamos los cristianos pastores ilustrados, con una gran dosis de mundanidad, como es el caso de nuestro arzobispo de Oviedo, que no se muerde la lengua y defiende muy bien el rebaño. Considero insuperables sus artículos recientes en la prensa diaria sobre los indultos, las inmatriculaciones, la pederastia en la Iglesia, etc., que no tienen desperdicio. Gracias, don Jesús.
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