La historia se repite
Corría el mes de noviembre, en el Parlamento madrileño, la diputada Carmen López levantaba una polvareda tremenda, al poner en tela de juicio las adjudicaciones hechas por el Gobierno de Ayuso con la participación de su hermano: “Dedíquense ustedes al hermano de la señora Ayuso, que sí que se dedica a ir por los hospitales a sugerir a las unidades de contratación a qué empresa hay que contratar”. La presidenta del Parlamento regional la interrumpe, posteriormente la llama al orden para que retire tales afirmaciones y, ante la negativa de la diputada socialista, la expulsa. Posiblemente lo que no se esperaba la bancada popular es que acabaran quedándose solos en la sala, algo que para mí retrata a la perfección un problema crónico en el Partido Popular, y que hoy vuelve a hacer temblar los cimientos del edificio de la calle Génova. Un escándalo más, que afecta única y exclusivamente a un partido, con un modus operandi conocido y reconocido, negado una y mil veces, enjuiciado, y que pese a todo y a tenor de los hechos, sigue formando parte de su ADN.
En cuanto lo vi, experimenté ese “déjà vu” con Aguirre diciéndonos: “Yo destapé la trama Gürtel”, o el mismo González, cuando era acusado de espionaje, diciendo eso de: “Todo es mentira”. Díganme que no es verdad, díganme que no sucedió, díganme que es un invento mío, pero no me negarán que la situación se repite, solo que en este caso no pueden acusar a nadie fuera de su entorno porque se trata de una guerra fratricida.
A estas alturas de la vida estamos acostumbrados a ver estas prácticas mafiosas, porque ya llevaron a más de un miembro destacado del partido al banquillo, por tanto, una vez más, me niego a aceptar el escándalo como un hecho puntual, y a no ser que seas un necio, reconocerás que se trata de una práctica habitual en un partido que, en el momento que cuenta con una mayoría absoluta, considera que las leyes y las normas no van con ellos.
Nunca me gustó esa chica, su altivez, sus formas, sus declaraciones, rayando el insulto y el desprecio a todo aquel que no se alineara con ella, no es una forma de gobernar, es una forma de crispar y desprestigiar las instituciones hasta tal punto que más que parlamentos asemejen bares de alterne. Quizá se trate de una marioneta en manos de Miguel Ángel, pero esta mujer no parece estar muy bien de la sesera... esas miradas, esas poses, esa teatralidad, esos discursos redactados por su cerebro oculto, aplaudidos incondicionalmente por ciertos sectores de la comunicación, sirviéndole de escolta allá a donde fuera, elevando su figura a la de una gran estadista, por el simple hecho de vender como libertad el consumir una cerveza en plena pandemia, cuando en su haber pesa la muerte de miles de ancianos abandonados en residencias, lo cual me lleva a concluir que quizá fuera del mundo terrenal hay justicia, porque lo que es aquí... ya veremos cuántos capítulos quedan por escribir para llegar al desenlace del último capítulo de “Corrupción en Pepeland”. Lo que tengo bien claro es que el Cerbero bicéfalo (Ayuso-Cayetana) que amenazaba hace tiempo con decapitar el partido tendrá cobijo en el espectro de la extrema derecha. Allí llevan haciendo buenos amigos desde hace tiempo, y desde ahí tendrán tiempo sobrado para escupir su veneno y desfogarse con la “derechita cobarde”.
“La ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso para trepar se adopta la misma postura que para arrastrarse” (Jonathan Swift).
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