Arrivederci Paolo, ciao Alberto
No voy a ser hipócrita, ni políticamente correcto, y diré lo que pienso respecto a Casado.
Si bien es cierto que llegué a sentir lástima al verlo tan solo, cuando haces un repaso a su vida en la política se te borra totalmente. Empiezas a recordar sus palabras acerca de los represaliados por el franquismo ("sois unos carcas", "las fosas de no sé quién"), y después empiezas a hacer un repaso a su labor como jefe de la oposición, siempre desleal, irresponsable, insultante, hasta en los peores momentos de la pandemia, ejerciendo un acoso insano a las instituciones, poniendo en tela de juicio todas las actuaciones del Ejecutivo, la legitimidad de un Gobierno, acudiendo a Estrasburgo para tratar de impedir que los fondos europeos llegaran a España, y después ese desquiciamiento que tan pronto le llevaba a abrazar a Vox como a tacharlos de populistas y extrema derecha.
Cuando vi la que se montó la semana pasada pensé que Ayuso tenía los días contados, pero tras ver las reacciones y analizar la historia del Partido Popular, supe de inmediato que la víctima sería otra. Volvemos a ver un caso más de corrupción, uno más a sumarse a los tantos que llevamos viendo desde hace años, y el actual es uno que se desarrollará en varios capítulos como antes ocurriera con el "caso Gürtel", iniciado en noviembre de 2007 y que concluyó con condenas por de delitos de cohecho (activo y pasivo), falsedad en documento mercantil, malversación de caudales públicos, prevaricación, asociación ilícita, fraude a la Administración pública, blanqueo de capitales, delitos contra la hacienda pública, tráfico de influencias, apropiación indebida, o exacciones ilegales. Por el camino se llevó a un juez, y hoy, cuando ya sabemos que la Fiscalía Anticorrupción investigará el negocio de las mascarillas de los hermanos Ayuso, ya empiezo a hacer cábalas con los años que nos llevará este nuevo caso. Ya contamos con seis meses para recopilar documentación, y en caso de que no se consiguiera toda, otros seis meses, después para que la investigación llegue a la presidenta madrileña, habría que elevar al Supremo el caso, total, que cuando queramos llegar al meollo de la cuestión, habrá llegado otra generación al Partido Popular, que repetirá como un mantra eso de que ellos no tienen nada que ver con quienes estuvieron antes, que vienen a hacer política y a acabar con la corrupción, pero visto lo visto hace unos días ante su sede en Génova, me cuesta muchísimo creerlo.
Vamos a ver, la decencia no tiene colores ni partido, por lo menos para los ciudadanos de a pie. Es una exigencia moral que implica honradez y rectitud, que debería impedir la comisión y tolerancia de actos delictivos, por eso mismo jamás entenderé cómo puedes manifestarte ante la sede de un partido político para justificar que unas persones se lucren con dinero público por ser de tu credo político, como si por beneficiarse los "suyos", aunque se trate de dinero público, tuviera justificación.
Esa manifestación es una prueba de que tras esas siglas se agrupan personas que toleran y justifican la corrupción si esta se da entre sus filas, por eso somos tan diferentes, por eso no compartiré jamás sus principios, porque para mí un ladrón lo es por el hecho de serlo, y el presidir un despacho o un partido no te exime de esas obligaciones y debería exigirte más.
No voy a desearle suerte al Partido Popular, no voy a hacer un ejercicio de cinismo. La suerte está echada y salvo sorpresa mayúscula, Feijoo presidirá el partido, y en esta ocasión no podrá ocultar el logo de su amada formación, ese que hiciera desaparecer en la campaña electoral gallega, pero bueno, ahí como se tolera todo, tampoco se echará más detrás de ello, porque si se hizo la vista gorda a su relación con un narcotraficante, esto es peccata minuta.
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