¡Sigamos al pastor!
Adolescentes autómatas, ovejitas que siguen al pastor, obedientes y sin preguntas. A este punto hemos llegado que Instagram ocupa el papel del Dios medieval, controlando nuestras vidas y dictaminando nuestras acciones. "Sapere aude", dijo Kant allá por el siglo XVIII y parece que no nos lo tomamos en serio; desde el punto de vista de una adolescente me doy perfecta cuenta del control y manipulación de las redes sociales y aun así veo inevitable librar su anzuelo. Permitimos que nuestras opiniones sobre asuntos de gran importancia se basen en las de otros que vemos a través de stories o vídeos de YouTube en lugar de formarnos las propias.
De este modo percibo un aumento de los nacionalismos, ataques homófobos, racismos, transfobia y demás problemas preocupantes que deberían ya estar superados pero parece ser que no. Los protagonistas suelen ser los que llevan la "banderita", yo no digo que esté mal esto, a fin de cuentas cada uno que lleve lo que quiera, pero veo cada día unos cuantos ejemplos que dan ganas de perder la fe en la humanidad; "arriba España", dicen los que ni prestan atención en la clase de Historia y no tienen ni la más remota idea de lo que dicen apoyar y creer. Aquí vuelven a entrar las redes sociales y sus influencias, lo que nos dicen va a misa sin cuestionarlo, de ahí que las opiniones políticas sean tan radicales entre personas en la adolescencia, ¿para qué pensar, no? Mejor déjate adoctrinar por estos grupos de masas, no te formes al respecto que solo te traerá dolores de cabeza y una existencia más complicada, tú sigue la corriente y listo.
La historia se repite y volvemos a las mismas artimañas del caciquismo y el fraude electoral, solo que ahora esto ocurre entre grupos de participación de ciertos partidos que adoctrinan a sus cachorros ya desde una temprana edad, de este modo crecen con los ideales que les inculcan en lugar de ir descubriendo los suyos propios a través de la investigación y formación. Leyendo es como mejor nos formamos opiniones y conocemos el mundo que nos rodea, es cierto que los libros también están sesgados, pero ¿acaso no es preferible ir comparando entre lectura y diálogo con nuestros iguales que pasarnos el día delante de una pantalla? Algunos demasiado devotos del dispositivo móvil todavía me lo negarán.
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