Don Ángel Garralda, su fe y sus obras
En la torre de San Nicolás de Bari, a las 5 de la tarde del sábado 5 de marzo de 2022, tañen las campanas doloridas por la muerte de don Ángel Garralda, el Ángel callado de los pobres, a quien sus pobres detractores solo son capaces de conocer por su defensa de Franco y su ánimo valiente siempre encendido contra las dictaduras del comunismo.
Veo en uno de los bancos abarrotados de la vieja y querida San Nicolás a aquel próspero comerciante avilesino que, declarándose “de izquierdas”, acudía siempre a misa rezando humildemente en silencio tras el sermón dominical de Don Ángel.
La música que nunca faltó en sus misas, como la añorada “misa de nueve” que don José Antonio Montoto presidía los sábados al atardecer rodeado de jóvenes con sus guitarras, brota del antiguo órgano inundando el templo con maravillosas voces desde el coro.
Se echan en falta los uniformes de gala de nuestras fuerzas de seguridad presidiendo la misa funeral junto a los sacerdotes concelebrantes, pero reconozco a numerosos policías avilesinos de paisano entre los fieles allí presentes.
Y siento conmigo a mi madre, a quien don Ángel dio trabajo en tiempos difíciles, siendo durante años profesora de Corte y Confección en la Escuela de Obreras gratuita que don Ángel fundó para mujeres trabajadoras y empleadas del hogar, donde muchas de ellas aprendían además a leer, las cuatro reglas y las nociones indispensables para conseguir un trabajo estable.
Con los años, cuando mi querida madre, Josefina, entró por oposición como gobernanta del Hospital San Agustín, siguió acudiendo por las tardes a impartir sus clases de Corte y Confección en agradecimiento a don Ángel, hasta que su salud se lo impidió.
Y no todos los avilesinos conocen la Guardería Infantil gratuita que don Ángel mantuvo durante tantísimos años con su propio sueldo y con las donaciones de los fieles, para alimentar y cuidar desde el desayuno hasta la merienda a más de 80 pequeños de familias humildes de Avilés, abierta todo el año.
Tras la expropiación forzosa por parte del primer Ayuntamiento socialista de Avilés del edificio anexo a la parroquia donde se ubicaba inicialmente la guardería, don Ángel vendió una valiosa sortija de brillantes que una fiel devota de la Virgen le donó para adquirir los locales de la nueva guardería, e incluso pudo instalar en un edificio frente a la iglesia más aulas con gimnasio para los niños del colegio San Nicolás fundado por él, consiguiendo así que sea un colegio concertado hasta hoy.
Las palabras entrecortadas por la emoción de nuestro querido párroco don Alfonso acaban provocando las lágrimas silenciosas de todos nosotros, jóvenes y mayores, unidos por el eterno agradecimiento y el cariño a nuestro querido don Ángel, benefactor de todo aquel que se acercó a él en busca de ayuda, consuelo y perdón de Dios.
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