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Percepciones cambiantes en la invasión de Ucrania

7 de Marzo del 2022 - Rufo Costales (Oviedo)

Es difícil no estar profundamente conmocionado por la tragedia que, ante la pasividad culpable de los líderes mundiales, se desarrolla en Ucrania desde hace dos semanas.

El pueblo ucraniano, el primer gran perjudicado de este conflicto y el único que está poniendo víctimas (y más que va a poner si se permite que continúe esta tragedia), debe despertar y darse cuenta de que está absolutamente solo y que a nadie, más allá de corazones solidarios, importa en absoluto.

Si resulta que la solución para poner fin a esta tragedia humanitaria (vaya, me doy cuenta de que en cuatro líneas he escrito la palabra tragedia tres veces. Pero, bueno, yo solo la escribo, los civiles ucranianos la sufren); digo que, si la solución es tan fácil como garantizar por parte de Occidente que Ucrania, en un futuro previsible, va a permanecer militarmente neutral, un homínido mononeuronal no entiende por qué no se acaba la guerra ya.

Garantizar la neutralidad militar de Ucrania no significa perder nada que no tuviéramos antes. Tampoco se nos quitará nada, ni vamos a ser más pobres, ni vamos a debilitarnos militarmente si Ucrania no es parte de la OTAN.

Entonces, ¿en qué le interesa Ucrania a la UE, la OTAN o EE UU? Si los occidentales no tenemos a Ucrania, ¿por qué “creamos” este conflicto para tenerla?

Obviando por un segundo el tema más importante, que no es otro que el padecimiento de la población civil, fijamos nuestra atención en quién o quiénes parecen ser los culpables, y pánico me da pensar en Biden y en la tenebrosa historia bélica de los americanos a partir de la Segunda Guerra Mundial (Vietnam, Laos, Camboya, Irak I e Irak II, Afganistán, Libia, Siria…, por no hablar de otras guerras menores).

No quiero decir con esto que Putin sea una hermanita de la caridad, pero la comprensión de la historia, como explica James Corbett, depende completamente de dónde “comience el reloj” en la historia de los eventos recientes.

Si inició el reloj el 24 de febrero de 2022, entonces el asunto es simple: los rusos repentinamente declararon la guerra a Ucrania y comenzaron una invasión “no provocada e injustificada” de ese país.

Cambia radicalmente la perspectiva si el comienzo lo fijamos en 1990, cuando el secretario de Estado de EE UU, James Baker, le prometió a Mikhail Gorbachev después de la reunificación de Alemania que la OTAN no se expandiría “ni una pulgada hacia el Este”, y cuando el diplomático alemán Jürgen Chrobog aseguró a los rusos que “la OTAN no se expandiría más allá del Elba”.

Cuando Putin suplicó y luego advirtió a la OTAN sobre el acuerdo de 1990 con Baker, los elitistas occidentales como Joe Biden y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ex primer ministro de Noruega, lo rechazaron con altivez. Y ahora afirman que están conmocionados y asqueados por las acciones de Rusia. ¿Ingenuidad, falsedad, desafío?

Rusia amenaza porque se siente amenazada por la expansión de la OTAN a la frontera rusa, en una inaceptable extralimitación de los globalistas occidentales que Putin, sea como fuere, ha dejado muy claro que simplemente no permitirá que ocurra. Esta es la línea roja que nos separa de un conflicto definitivo para el presente y futuro mundiales, mientras Ucrania, ante la pasividad de los líderes mundiales, se desangra por los cuatro costados.

Otro toque de atención de alto voltaje se produjo hace unos días (la tele no lo dio), cuando un submarino nuclear ruso (150 cabezas nucleares, capaz de acabar con EE UU tal como lo conocemos) surgió repentinamente frente a las costas de ese país, aparentemente sin ser detectado.

En primer término, los ucranianos son atacados y se defienden como pueden. En segundo término, el resto de ciudadanos del mundo estamos empezando a ser “atacados” y no tenemos defensa alguna. Compruebe sus facturas.

Saludos cordiales.

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