He roto una promesa
He roto una promesa que me hice de no emitir opinión alguna sobre lo oído, visto y vivido el día 29, un día tristemente famoso para nuestra democracia.
La violencia jamás es justificable.
La violencia es siempre un delito.
La violencia programada es un delito con el agravante de premeditación y alevosía.
La violencia incitada, directa o indirectamente, por aquellos que se erigen en representantes de los trabajadores, o por personas electas por un pueblo que confió en ellos, es un delito con el agravante de premeditación, alevosía, fraude, deshonor, abuso de poder, vejaciones, y un largo etc. de despropósitos.
Hay hechos y dichos que son absolutamente delictivos para los ciudadanos de a pie, y que sin embargo no parecen serlo, cuando quienes los cometen son los promotores y agitadores de las revueltas que tienen lugar los días de huelga, y esta vez, de una forma muy especial.
He roto mi promesa de no opinar porque no he podido soportar tantas canalladas, oídas, vistas y vividas el día 29, publicitadas en nombre de la libertad y del bienestar de los trabajadores, parados y jubilados, y desarrolladas en un ambiente de alto nivel de coacción y violencia legitimada.
He roto mi silencio para solidarizarme con el coro de voces de todas aquellas personas que se han sentido impotentes y avergonzadas, y que han denunciado lo mucho que ese día vieron vulnerados sus más básicos derechos democráticos.
Si los silencios pudieran gritar, sus alaridos serían tales que ensordeceríamos.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

