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La manifestación y... los sindicatos

13 de Octubre del 2010 - Alberto Sorribas Menéndez (Oviedo)

El pasado 8 de septiembre, hacia la una y media de la tarde, bajando en compañía de mi esposa por la calle de Toreno, aparecieron unos gaiteros seguidos de un niño y una niña, de no más de 6 o 7 años, enarbolando la bandera de Asturias, jugueteando con ella, eso sí, con un distintivo añadido de una estrella de cinco puntos roja. Tras ellos, unos mozos portando una pancarta que parecía decir algo sobre el empleo; no pudimos distinguir bien la leyenda por aquello de las rugosidades de tal pancarta; nos paramos para contemplar el espectáculo, tratando de ver la forma del significado de aquello, cuando pasó ante nosotros un señor, un poco mayor, el único de los treinta o cuarenta manifestantes que parecía ser el mayor de todos ellos.

Le pregunté qué era aquello y me contestó: no sé, pero debe de ser algo relacionado con las fiestas de San Mateo, porque delante va la gaita y el tambor. Más tarde, alguien comentó que era para pedir la independencia de Asturias, del resto de España. Estamos aviados.

Como digo, eran unos treinta o cuarenta, como máximo los componentes de aquella marcha, para algo tan importante, o peregrino, como aquella reivindicación. Y lo que más me llamó la atención, a mí y a otros espectadores, fue que aquel conato de manifestación fuera seguida de tres señores, con escoba, un camión de recogida de basura y... dos furgones de la Policía Nacional. ¿Quién paga? Este país cada día que pasa es más difícil de comprender, que con todos los problemas que padecemos, salimos a pedir la independencia, ¿pero independencia de qué? Comprobé en aquella pregunta que aquí se puede pedir hasta la luna, si a alguien se le apetece, y también recordé ese dicho popular de: dónde vas, Vicente...

También los sindicatos, a buenas horas, parece que quieren ponerse un poco en contra del Gobierno, perdón, de los empresarios. Pero ¿qué es lo que piden? Estos seudosindicalistas, millonariamente subvencionados, por todos los contribuyentes. A mí me parece que esto es un lavado de cara, entre gobierno-sindicalismo, para cubrir las apariencias de la poca vergüenza existente entre ambos; vamos, de esos que puño en alto, cantando aquello de arriba los parias..., y a continuación se van a degustar un menú de trescientos euros en el Bulli, según noticias. ¿Qué explicación les pueden dar a esos cuatro y medio de millones de parados que están cobrando, no sé hasta cuándo, la ayuda familiar?

Me viene a la memoria que hace años, bastantes, cuando aún existían los llamados sindicatos verticales, un compañero de trabajo me rogó ayuda para hacer una reclamación sobre un trabajo que estaba efectuando de superior categoría a la suya. Recuerdo que quien nos atendió en la ventanilla, al exponerle su situación, dijo: Pues claro que tienes razón, chaval, esto no se puede consentir, esto es una explotación manifiesta y sacando un impreso el empleado se levantó de su silla para cubrirlo y dijo: nombre de la empresa, cuando el chico le manifestó tal empresa sacó de su máquina de escribir el impreso y haciendo una bola con él dijo: chaval, mira la forma de ponerte de acuerdo con la empresa, por las buenas, pues de otra forma, vas a perder tu reclamación y además es posible que el empleo.

Yo que estaba de mejor espectador me agradó aquella sincera respuesta, y hasta me parece que a la vista de la situación actual parece ser que entonces había un poco más de vergüenza, pues aunque ahora, al parecer, somos socialistas, no veo ninguna clase de protección sindical, vamos, la misma de antes, pero ahora disimulada, que eso sí, si hay que hundir a algún pequeño empresario, que bastante tiene con mantenerse a costa incluso de pérdidas, les rematan aún a costa de perder tres o cuatro empleos, pero a ellos qué más les da, total pagamos sus pingües subvenciones entre todos.

También recuerdo las palabras en una emisora de radio a mi admirado profesor, don Amando de Miguel, hace años, donde se habló de algo del voto de calidad. Revolucionó a casi todos los medios de comunicación, pero a la vista de lo que está pasando creo que aunque se proclame eso de una persona un voto hay muchos votos que están, sin proponérselo, ayudando a más de un partido a eternizarse en el poder, o al menos cambiar este sistema electoral vigente, pues como sabemos no siempre gobierna el partido más votado, y cualquiera puede hacer ganar a los mismos, merced a unos pocos que casi caben en un taxi.

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