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¿Qué y a quién representan hoy los sindicatos mayoritarios?

3 de Abril del 2022 - José Luis Lafuente Suárez

El fracaso de asistencia a la manifestación convocada por UGT y CC OO el pasado 23 de marzo y la laxitud de sus pretensiones, protestar contra las alzas de precios pero dejando bien claro que no solo las quejas no se dirigían al Gobierno sino antes bien que le pedían que no se redujesen los impuestos, me han llevado a reflexionar para responder a la pregunta planteada en el encabezamiento, plasmarlo por escrito, esperando que la consideración de plantee por los propios sindicatos.

Partiendo de la historia, los sindicatos nacen con la Revolución Industrial a mediados/finales del siglo XIX, en paralelo con los movimientos políticos revolucionarios anarquistas y socialistas (recordemos la expresión clásica "sindicato como correa de transmisión del partido"), buscando la transformación del orden social incluso a través de la acción violenta, evolucionando desde las I y II Internacionales a la III, plenamente comunista bajo la inspiración de Lenin, siempre partiendo de la base de la defensa de los derechos de los trabajadores. Tras la Guerra Civil española y las dos guerras mundiales, la división de Europa en bloques y en España la finalización del régimen franquista hacen que los sindicatos, en la esfera occidental, afronten claramente la convivencia con el régimen de libertad de capital o capitalismo (en la zona oriental los sindicatos estaban prohibidos) y asuman como función propia la mejora de las condiciones y derechos de los trabajadores.

En España, particularmente, con la desaparición del Sindicato Vertical (recordemos que, legalmente, desde 1958 ya existían los denominados "enlaces sindicales") y la transición a la democracia, la situación social, económica y política, incluyendo la incertidumbre ante la reacción del ejército ante la legalización del PCE y la necesidad de institucionalizar cuanto antes las representaciones sociales (UGT y CC OO) y políticas (UCD, PSOE, PCE...), propició la institución del consenso como instrumento de apartamiento del temor a una nueva confrontación entre españoles, firmándose los Pactos de la Moncloa y aprobándose la Constitución de 1978. En ella se reconocen el derecho de huelga y la libertad sindical (artículo 28) y a los sindicatos su contribución a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que les son propios (artículo 7).

A partir de entonces, el Estatuto de los Trabajadores de 1980 y la ley Orgánica de Libertad Sindical de 1985 refuerzan la posición sindical a medio de la consideración de los sindicatos mayoritarios a partir de la obtención de representantes en las elecciones sindicales, facilitándoles la participación en estas, otorgándoles protagonismo en la negociación colectiva al primar la sectorial o geográfica de ámbito superior a la de empresa, y en fin, vinculando a todos los trabajadores, pertenezcan o no al Sindicato, a los acuerdos y convenios celebrados por los representantes electos.

Se da por supuesto, pues, que los intereses que han de defender los sindicatos -y sobre todo los mayoritarios (CC OO y UGT)- son los de sus representados, los trabajadores, y por tanto, la mejora de las condiciones de trabajo, sociales, económicas de aquellos, dentro y con la aceptación de un sistema económico-social democrático que refleja la Constitución española basado en principios liberales (respeto a la propiedad privada, a la libertad individual, libertad de empresa en el marco de la economía de mercado (artículo 38 CE), enlazado con unos aspectos socialdemócratas y socialcristianos como son la función social de la propiedad, el reconocimiento del derecho a la expropiación forzosa por razones de utilidad pública o interés social mediante la correspondiente indemnización (artículo 33 CE) y la intervención del Estado en "defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación".

Sin embargo, transcurridos 44 años desde la aprobación de la Constitución, la experiencia nos muestra que la defensa de los intereses de los trabajadores por los sindicatos mayoritarios ha ido difuminándose lentamente, y sin entrar en la cita de los numerosos casos de corrupción y comisión de delitos, de los que en Asturias contamos con dos ejemplos personales e institucionales dolorosos, analicemos lo que representan hoy los sindicatos mayoritarios.

Ya hemos citado la convocatoria de la manifestación "a favor del Gobierno" del 23 de marzo; además, han apoyado al separatismo catalán en las manifestaciones del mes de diciembre de 2021 contra las familias que han conseguido una sentencia del TSJ en la que se reconoce el derecho a recibir en español ¡el 25 por ciento de las clases! ¿Dónde estaban en las manifestaciones y protestas de agricultores, pescadores, ganaderos, sector del transporte... convocadas en este mes de marzo de 2022?

En la página web de CC OO (www.ccoo.es) se reconoce a este como "sindicato feminista de hombres y mujeres" ¿? , definiéndose como sindicato sociopolítico que, además de reivindicar la mejora de las condiciones de trabajo y de vida, asume la defensa de todo aquello que nos afecta como trabajadoras y trabajadores dentro y fuera de la empresa.

Los sindicatos mayoritarios tienen alrededor de 2.000.000 de afiliados y sin embargo ostentan la representación institucional de 16.493.528 trabajadores, mientras que sus afiliados suponen el 8,25 por ciento de los trabajadores españoles

Matiza un poco más la página web de UGT (www.ugt.es) al afirmar que en la Confederación Sindical UGT: "Defendemos los intereses del conjunto de los trabajadores en cualquiera de sus condiciones, trabajen o no, sean fijos o temporales. Defendemos a los trabajadores con carácter integral y no a un colectivo concreto".

Y la paz en el mundo, añado...

¿A quién representan? Según datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo (febrero 2022), en España hay 5.017 grandes empresas (250 o más trabajadores), que generan un empleo de 5.895.242 trabajadores, y 1.309.129 pequeñas empresas (de 1 a 249 trabajadores), que cuentan con 8.892.191 trabajadores. Entre las pequeñas empresas se distinguen 1.126.181 microempresas (de 1 a 9 asalariados), 157.020 pequeñas empresas (de 10 a 49 asalariados) y 25.428 medianas empresas (de 50 a 249 trabajadores), que cuentan respectivamente con 3.393.930 trabajadores, 3.075.246 trabajadores y 2.513.015 asalariados.

UGT reconoce en su página web contar con 911.845 afiliados; CC OO, por su parte, no recoge datos de afiliación; asumamos 1.000.000 de afiliados a efectos de debate. Es decir, que los sindicatos mayoritarios tienen alrededor de 2.000.000 de afiliados y sin embargo ostentan la representación institucional de 16.493.528 trabajadores, mientras que sus afiliados suponen el 8,25 por ciento de los trabajadores españoles... Cierto es que existen sindicatos "minoritarios" de clase, de sector de actividad, etcétera, pero creo que los datos son claros para responder a la pregunta afirmando que los sindicatos mayoritarios no representan hoy a los trabajadores españoles.

Es mala cosa que las organizaciones sindicales no representen a los trabajadores, de forma que me atrevo a presentar unas propuestas de reflexión en forma de ideas para que los sindicatos lleguen a ostentar, realmente, la proyección de los trabajadores, recuperando su imagen de defensa de los intereses que les son propios:

1.- Los sindicatos han de sostenerse por las cuotas de sus afiliados. No han de existir subvenciones a los sindicatos (tampoco a las patronales) por el mero hecho de serlo.

2.- Han de restringirse a lo imprescindible (nivel autonómico, nacional) las liberaciones sindicales.

3.- Su función más destacada de asesoramiento individual y colectivo ha de venir impulsada por su trabajo para los 8.892.191 trabajadores de las 1.309.129 pequeñas empresas, y fundamentalmente atrayendo a los 3.393.930 trabajadores de las microempresas y a los 3.075.246 trabajadores de las pequeñas.

4.- En la negociación colectiva ha de primar el principio de subsidiariedad; esto es, de ámbito menor a mayor: si es posible el convenio colectivo de empresa ha de negociarse y sus condiciones han de primar sobre el provincial, de comunidad autónoma, sectorial o nacional, y así sucesivamente. De esta forma, los sindicatos responderán al conocimiento de la empresa por sus propios trabajadores y en función de ello se entenderá adecuadamente su función de representación.

Es evidente que estos puntos no constituyen ninguna fórmula mágica, cosa que no pretenden, pero sí un nivel básico para reflexionar sobre el tema tratado de la representación sindical buscando que la realidad se imponga sobre la verdad formal.

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