Villanías

10 de Octubre del 2010 - Ramón Alonso Nieda (Arriondas)

La carta abierta al señor Esteban Greciet que firma en este periódico José Ángel Fernández Villa, en la edición del 24-09-10 es villana en el doble sentido de la palabra: porque lo es y además por venir de Villa, que responde en ella a la columna de Greciet «Parados, liberados y huelguistas», publicada el día anterior. Villa acusa a Greciet de descalificaciones y mentiras, calumnia y difamación y, sobre todo, de tolerar pero no compartir la democracia.

Acusación tan grave se sustenta en que, al decir de Villa, Greciet interpreta de una manera sui géneris lo que es convivir en libertad. De las palabras de Villa se desprende que la interpretación genuina de las libertades sería vota y calla, que para hablar ya estamos los votados. De F. Villa escribe E. Greciet que es un liberado de oro desde el cual 33 años de liberación nos contemplan. Liberado, no niega Villa que lo sea ni tampoco reivindica que el metal de su liberación sea de una nobleza inferior a la del oro. Tampoco desmiente que sean 33 los años de liberación que nos contemplan desde su persona; así que no deben de ser menos, y hasta se podría maliciar que sean unos cuantos más. Además, Greciet tiene la piedad, tal vez inspirada en su condición de buen cristiano, de no mencionar un hito trascendente en el currículum de Villa, aquel accidente laboral (¿o profesional?) que sufrió en el pozo piloto de Rodiezmo, en una de sus primeras ediciones, cuando se le vino encima un derrabe de cajas de sidra que le averió las cervicales y le tuvo con collarín una buena temporada.

¿A qué viene entonces tanto estropicio para tan poca cosa? Villa sale por los altos cerros de Úbeda y saca pecho con el orgullo y la honra que supone representar a una organización sindical cuya trayectoria histórica, dice, es una parte importante de la propia historia de España y de Asturias. Y por aquí anda tal vez la madre del cordero, pues nadie negará que haya habido y haya en la militancia ugetista gente honrada y generosa; pero la defensa de las libertades como institución es harina de otro costal. La UGT es, sin duda, parte importante de la historia reciente de España y de Asturias, pero, desgraciadamente, en sus aspectos más calamitosos.

La UGT hizo cuanto pudo por desestabilizar la Monarquía parlamentaria de la Restauración, que fue el primer ensayo un poco serio de democracia en España. Colaboró con la dictadura de Primo de Rivera, que la favoreció frente a la CNT (Largo caballero fue consejero de Estado con el General). Durante la República, UGT forzó la bolchevización del Partido Socialista al marginar a Besteiro y neutralizar a Prieto, imponiendo el caudillaje de Largo Caballero. En el 34 fue punta de lanza en el golpe de Estado revolucionario, tan sangriento y destructivo para Asturias. Durante la Guerra Civil se entregó con entusiasmo, como los demás socios del Frente Popular, a ese método tan sui géneris de defender las libertades organizando checas; cada sección tuvo la suya (el bandido y asesino en serie Agapito García Atadell obtenía la información del sindicato socialista de los porteros de Madrid, nos informa un historiador tan poco sospechoso de filofranquismo como Bennassar).

Discúlpeseme este excurso a contrapelo de la memoria histórica y de lo políticamente correcto, cuando lo que está de rabiosa actualidad son las checas de la Inquisición y las guerras de religión, que acaban de terminar ahora mismo, como quien dice, con la Paz de Westfalia de 1648, pero era necesario para poner en contexto el gesto de los socialistas asturianos (de sindicato y de partido) que destacaba el texto de Greciet: se acaban de autootorgar una medalla de oro por su destacado papel en la lucha por las libertades en la Revolución de Octubre y durante la Guerra Civil y el franquismo (será para ir haciendo boca, hasta que les caiga un «Príncipe de Asturias», por ejemplo, el de la Concordia).

Hace muchas leguas que el sindicato minero perdió el fuelle revolucionario. SOMA-FIA-UGT, como las propias siglas lo sugieren, es hoy un convoy de muchas unidades en el que lo que no son coches-cama, son vagones-restaurante, y la poca energía que libera el carbón subvencionado quemado en sus fogones se consume en sostener, aquende y allende el Pajares, un poder socialista, avillanado en demasía en el doble sentido supradicho. No tengo ni idea de la incidencia de Hunosa en el cambio climático con sus emisiones de CO2, pero a la vista está que las emanaciones del SOMA-FIA-UGT enrarecen el espacio político asturiano en la medida en que la muchedumbre de sus liberados acaparan el oxígeno disponible. Estas nomenklaturas sindicales, burocratizadas y blindadas, lejos de ser los pilares o los vasos linfáticos de la democracia, son unos espesos y pesados michelines que la entorpecen y la desfiguran (lo que también vale para los aparatos de los partidos, desde luego).

De las convicciones democráticas de Esteban Greciet no duda ni J. A. F. Villa. Pero es Greciet un escritor y periodista de prestigio que no tiene nada que agradecer, ni esperar, ni temer del tinglado de Villa, y por eso, haciendo un uso muy comedido de su libertad, le dice cuatro verdades cuando podría cantarle las cuarenta. En respuesta, el amanuense le redacta a Villa ese bodrio pseudosentimental, en puro estilo ramirense entre Belén Esteban y ZP, con mucho ser humano por aquí y familia humilde por allá y venga sufrir (y cobrar) en silencio por acullá. Conmovedor. Porque Villa tiene amanuense (a ver, si no, de dónde iba a sacar José Ángel esos sui géneris con sus comillas y todo). Y me da, por ese estilo inconfundible andantino cum moto, que se llama el amanuense Ramiro; otro liberado desde el Pleistoceno que, si no de oro, lo es por lo menos de acero inoxidable.

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