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Sobre el Café Colón

7 de Abril del 2022 - Ana María Fernández Menéndez (Avilés)

Parece que por fin se va a intentar recuperar de nuevo un edificio bonito, valioso y emblemático que forma parte de la historia de nuestra ciudad, de nuestra villa, de Avilés, y que es el edificio del Café Colón, cuya noticia fue recibida con júbilo por un gran número de vecinos. Sin embargo, la pretensión de sus posibles propietarios y el uso que pretenden dar al edificio, es decir, convertirlo en un conjunto de apartamentos turísticos y transformar el café en sidrería, no parece en absoluto lo más adecuado.

Sería bueno saber de qué estamos hablando: ¿de una restauración?, ¿de una conservación?, ¿de una rehabilitación? o ¿de una deconstrucción? Porque una sidrería, evidentemente, no es una cafetería, y sus espacios y necesidades, incluso su decoración, es muy diferente, y este uso rompe profundamente con el entorno del que forma parte y en el que está perfectamente integrado a día de hoy. En muchas ocasiones, lo que no han podido destruir las guerras lo han destruido muchas “rehabilitaciones” que han actuado como auténticos depredadores culturales. El arte y la rentabilidad no coinciden en muchas ocasiones y responden a criterios e intereses diferentes.

También sería bueno conocer qué normativas y ordenanzas se van a aplicar para esta nueva, aunque sea bienintencionada, ocurrencia, porque el edificio del Café Colón está considerado patrimonio cultural y civil, y nuestra Constitución, en su artículo 46, dice que “los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que la integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad. La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio”.

El historiador Juan Carlos de la Madrid, gran conocedor del patrimonio asturiano y avilesino, describe perfectamente lo que fue y lo que significó este singular edificio para la ciudad, de carácter y estilo burgués de los inicios del siglo pasado y cuya actividad continuó en la posguerra. Recuperar el edificio Colón sería también recuperar la parte de la historia de la que fue protagonista, y, según el historiador, un modelo a seguir podría ser el Café Dindurra de Gijón, que conserva a día de hoy todo su encanto y que suele estar igualmente bastante concurrido.

Como dijo Kandinsky, cada periodo de la cultura produce un arte propio que no puede repetirse. Cambiar su uso, violentar, violar su interior, su naturaleza interna, es destruirlo, arrancar su fuerza, su belleza original, su personalidad, su alma, romper su armonía y su melodía. Existen valores que merece la pena conservar y transmitir a otras generaciones. La pesadilla mercantilista que hoy parece inundarlo todo contiene gérmenes destructivos y una ceguera decadente y groseramente materialista y tosca que busca por encima de todo beneficios materiales a veces también impregnados de prejuicios en los que se juntan la ignorancia y la falta de sensibilidad de unos con trasnochados y ridículos prejuicios ideológicos de otros.

La dialéctica entre izquierda y derecha, capitalismo y socialismo, burguesía y proletariado, es, a día de hoy, algo realmente anacrónico y sin sentido que solo interesa a unos pocos, a quienes beneficia. La nueva mentalidad va por otros derroteros, por un mundo de justicia, de verdad, de honestidad, de igualdad, de libertad, de paz y progreso para todos y también de belleza, y no por un nuevo colonialismo, no solo económico sino también y sobre todo mental.

El edificio del Café Colón forma parte de la construcción y del entendimiento de la ciudad, de su conocimiento, de su historia, y proteger las obras de arte y conservarlas lo más fielmente posible es también conservar y proteger nuestra historia, la historia de nuestra ciudad y nuestra villa.

Hoy la deconstrucción se ha convertido en una nueva ideología, “todo puede ser de otra manera”, y sus consecuencias suelen ser devastadoras. Los ciudadanos vemos impotentes cómo se va imponiendo esta nueva moda destructiva. Esperemos que nuestros dirigentes políticos y los organismos correspondientes no sigan cometiendo errores como el cometido en el Palacio de Camposagrado (una de las obras más emblemáticas del arte asturiano) -en el que fue distorsionado prácticamente su interior y que hoy se ha reconvertido en la sede de la Escuela Superior de Arte del Principado de Asturias, después de haber fracasado como Escuela de Arte, y hasta tiene prohibidas las visitas turísticas a su interior, evidentemente no queda prácticamente nada que visitar- y permitan recuperar inteligentemente y honestamente el bello, querido y añorado conjunto del Café Colón y su entorno, que sí merece la pena conservar lo más fielmente posible.

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