Putin, ¿cuánta tierra necesita un hombre?
El genial novelista ruso Lev Nikoláievich Tolstói (1828-1910) es autor del relato “¿Cuánta tierra necesita un hombre?”, una parábola sobre la ambición del ser humano. Pahom, el protagonista, es un campesino al que ninguna extensión de tierra le parece suficiente: cuanta más tiene, más quiere. Todo su afán es conseguir la mayor cantidad posible de tierra, porque “con más tierra no temería ni al mismísimo diablo”. Claro que “el diablo estaba sentado detrás de la estufa y escuchó todo lo que dijo”. Esta bella y ejemplarizante narración discurre al ritmo de la codicia de su protagonista. El relato goza de plena vigencia en su temática y nos preguntamos si Putin lo habrá leído.
Putin, narcisista y fanático, con una maquinaria militar al servicio de la destrucción, está entregado a su ambición. Dice que su objetivo es liberar a Ucrania de la opresión que sufre por el actual Gobierno, pero se frota las manos con el botín anhelado (Donetsk, Lugansk, Ucrania…). La catástrofe provocada por Putin, guiado por la irracionalidad y la falta de legitimidad, nos está saliendo cara, sin olvidar lo más importante: la siembra de muerte. Un exterminio humano provocado por un sanguinario déspota del siglo XXI. A medida que Putin avance, retrocederá la paz.
Sumario: La ambición de Putin
Destacado: La catástrofe provocada por Putin, guiado por la irracionalidad y la falta de legitimidad, nos está saliendo cara, sin olvidar lo más importante: la siembra de muerte
El presidente ruso difunde por doquier que Occidente quiere acabar con la milenaria cultura rusa, con sus músicos, sus escritores, sus realizaciones, su pueblo. Nada de esto es cierto, pero tamaña irracionalidad, junto a otras distorsiones y peligrosas fantasías, le sirve para reprimir con dureza al discrepante en su propio país, masacrar al vecino y amenazar al mundo.
El pueblo ruso está sometido, atemorizado y crecientemente empobrecido. Putin se halla en la cúspide de un perverso, punitivo y corrupto sistema piramidal estatal que se apoya en los dóciles oligarcas, a los que, por supuesto, no se les ocurre meterse en política. La violencia institucionalizada, advertida también en la promulgación de leyes a la medida de los aberrantes intereses y en las sanciones censuradoras de los medios de información, tiene por única meta la permanencia en el poder.
Putin sabe que no puede alcanzar más poder ni más tierra con filosofía y democracia, sino con violencia legalizada y bélica. El que se enfrente a sus objetivos será descalificado primero y eliminado, si nada se lo impide, después. Cree, como el campesino del cuento de Tolstói, que la vida se torna imposible si no se incrementa permanentemente la posesión. ¿No tienes bastante, Putin, con gobernar el país más extenso del planeta?, ¿tienes pocos problemas en Rusia, que vas a buscarlos fuera?, ¿te has preguntado cuánta tierra necesita un hombre? Parafraseando a Tolstói, para tu tumba, Putin, como al campesino Pahom, te bastará con menos de dos metros de tierra de la cabeza a los pies.
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