Leer es vivir más
Mi relación con la lectura fue muy temprana y primeriza biográficamente. Desde los tres años siempre me recuerdo leyendo. Mi padre a la salida de su rutinario trabajo, en unos surtidos y grandes almacenes ovetenses, solía traerme libros para niños, cuentos clásicos y también libros de viajes y de culturas exóticas, números sueltos de colecciones de lugares del mundo y libros de la literatura universal. Hecho y suceso muy entrañable y cariñoso que jamás olvidaré y forma parte de mi alma. A inicios de los años setenta del siglo XX, muchos hogares ya empezaban a tener su archifamosa y económica, pero selecta, Biblioteca Básica Salvat de Libros RTVE y su emblemática suscripción al " Círculo de Lectores ", entidad que tanto bien cultural hizo en muchas casas sencillas pero que accedían de esta manera a una cultura universal nunca desdeñable. Hasta mediados de los años sesenta pervivió un apreciable analfabetismo funcional en la sociedad española, que nunca había sido, por mentalidad y circunstancias históricas características, tan lectora y abierta como países tan librescos y cultos como Francia o los países del norte de Europa. Mi feliz infancia transcurrió entre tebeos o cómics de "Astérix" o "El Capitán Trueno", enciclopedias de lectura tan azarosa como auténtico pasaje hacia anchurosos horizontes, libros escolares de texto y visitas a la biblioteca pública de Oviedo, que a mi me tocó visitar en sus emplazamientos de la calle San Vicente, Palacio de Toreno y actual Biblioteca de Asturias Pérez de Ayala. Ni qué decir tiene que era casi un privilegiado por tener recursos culturales tan básicos a unos muy escasos kilómetros de mi casa, no existiendo una red de bibliotecas públicas ni por asomo en Asturias a fines de los años setenta y principios de los ochenta del siglo pasado. Ya adolescente, comencé a comprar libros por mi cuenta, sobre todo de tipo ensayístico, histórico y poético, científico o de fascinante ficción. Leer es descubrir un abanico de mundos, amar el conocimiento, viajar con la imaginación, formarse en la empatía, en la comprensión de muchas realidades humanas e interpretaciones de la vida. Ya en la Universidad, como alumno de Derecho, participé en seminarios sobre Literatura y Derecho, escribí en revistas universitarias (es difícil que en todo ávido lector no anide el gusanillo del prurito creador) y me abrí, como lector y viajero, a Europa a través el asociacionismo. Sé que tengo poco de especial o extraordinario, pero logros como la Biblia, el cervantismo, Borges, John Grisham y la gran literatura española, europea, latinoamericana, anglosajona, la didáctica "Historia de la Lectura", de Alberto Manguel, me encantan. Columnas literarias de Manuel Vicent y Juan José Millás, Pedro de Silva, Savater y Pérez Reverte son de sumo interés. Así como haikus y aforismos. Nunca he dejado de adentrarme en la gran novela histórica, en los análisis de prensa; siempre leyendo sobre el espíritu y sus recovecos, sobre países y mentalidades, sobre ficciones tan verosímiles como una vida real que nunca es suficiente. Lean y compren libros. Yo, letraherido hace bastante tiempo, me descubro comprando más libros que los que puedo leer y eso es signo de sed de infinito y tal vez de sabiduría. Una pila de libros es siempre felicidad y gozo, amigos. Posdata: Y no olviden el libro asturiano, con autores como Xuan Bello, Menéndez Salmón, Pilar Sánchez Vicente o Fulgencio Argüelles, letras que hablan y sienten a nuestra tierra asturiana.
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