Hablo por mí

8 de Octubre del 2010 - Isabel Fernández Bernaldo de Quirós (Madrid)

Hablo por mí, que soy una de esas personas que llevan a sus espaldas casi cuarenta años de trabajo y que pertenecen a una modesta clase media que cada día se ve más denostada, pero que aún tiene el privilegio de cobrar un salario y de sobrevivir al mes. Y, aunque me duelen las entrañas de tanto apretarme el cinturón, el dolor se intensifica cuando veo como a tantos conocidos, o no, jóvenes, o no, les es imposible seguir con este agobiante proceso de apreturas porque ya ni cinturón les queda.

Hablo por mí, porque he sido testigo del vértigo sufrido por las familias que han tenido que hacer frente a ese interminable mes de septiembre para superar los gastos de la escolarización de sus hijos. El incrementos del IVA ha sido implacable con todos, y los bolsillos se han visto castigados, una vez más, en asuntos tan básicos e importantes como son la educación y la alimentación.

Y ahora, que el otoño ha comenzado y el frío ya ha querido visitarnos, las eléctricas intentan que tiritemos aún más aumentando un 5% el consumo de la luz.

Hablo por mí, de la congoja que siento cuando salgo a la calle y veo tantas empresas y comercios cerrados, las numerosas colas de gentes esperando su turno en las oficinas de empleo, en los comedores solidarios, en las secretarias de las parroquias, y el incremento de mendigos que nunca antes lo fueron.

Hablo por mí, de la desolación que me embarga al saber de tantos jóvenes desesperanzados, de tantos padres que intentan sacar adelante a sus hijos sabiéndose con la soga al cuello, de tantos abuelos que no cesan de estirar sus nóminas de pensionistas para ayudar a sus hijos y nietos, y de tantos parados - más de un millón se estiman- que se les termina la prestación que hasta ahora han percibido. Y de la tristeza que me produce el cierre de tantas empresas y comercios por la falta de créditos, impagos y clientes.

Y de los daños psicológicos que todo ello acarrea.

Hablo por mí, de lo que vivo, escucho y siento ante tanta confusión, desastre y desolación

¿Cuánto tiempo vamos a necesitar para que las aguas de este tsunami económico que todo lo arrasa especialmente en los estratos más bajos y medios de la sociedad- empiecen a retirarse? Sus aguas han llegado a salpicar la honorabilidad y credibilidad de los situados en las cimas del poder y ayudado a romper sus silencios, que suenan ahora como profundos estertores.

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