Carta abierta a Evelio G. Palacio

Existe mucho periodista con gran potencial, sin embargo, sus resultados son deficientes, y esto se debe a lo que los profesionales de la conducta llaman autocensura. La única censura que debe aplicarse se refiere a cuestiones estéticas y toma como referencia el sentido del ridículo. Hay cosas que no se pueden escribir, no por censura, sino por pura decencia. Dicen que dijo que diría. Dijeron que dice que dirá. La verdad a medias siempre es una mentira completa.

Tome nota mi buen amigo:

«Son muchas las personas que se acercan a mí para expresarme su convicción de que mi reincorporación a la actividad política sería positiva para sumar y ayudar al Partido Popular a encontrar una senda ganadora y pasar de la oposición al Gobierno, concretamente en Asturias. No estoy tan ciego para no ver lo que pasa, ni tan sordo para no oír lo que me dicen. Tenemos que recuperar el orgullo de ser asturianos, que ahora sólo depende de los goles de Villa o de los triunfos de Alonso. Porque somos una región viva, con historia y con futuro, que debe de convertirse en protagonista de la modernización de España. En dos palabras: lo necesita Asturias para levantarse, y lo necesita España para ser mejor».

«El objetivo sólo será realizable si acertamos a unir a todo el electorado que aspira a un cambio y a reafirmar nuestra condición de partido ganador, demostrando a la sociedad que somos distintos y mejores que nuestros adversarios, como ya fuimos capaces de hacer en 1996 y en 2000».

Discurso de Francisco Álvarez-Cascos en Valencia de Don Juan (León), 1 de agosto de 2010.

Que los intereses del actual clan del PP asturiano se han sobrepuesto a la razón y a los generales de la región es algo que hoy por hoy lo tiene muy claro el electorado. La conducta de los actuales dirigentes populares es tratar de contentar a quien interesa, sin saber si es bueno o no para el conjunto de la sociedad asturiana. Sin embargo, esta posición, que sin duda conlleva una ventaja política, mantener el puestín, conduce al electorado en general a la angustia y al desasosiego de temer por el mañana, algo imperdonable para políticos sin ideas. De vivir en la necedad hacen algunos empeño del desacierto y, porque comenzaron errando, les parece que es constancia el proseguir y al proseguirla son confirmados en necios. Deberían recordar que ni la promesa inconsiderada ni la resolución errada inducen obligación, ya que errar es de humanos y rectificar de sabios.

Nos deleita en su análisis de la hermenéutica casquista con visiones apocalípticas, mordiscos de hiena, enésimo fratricidio, desdenes groseros, inabarcable lista de damnificados, llamarada de pirómano, rugir de motosierra, barahúnda de «picopaleadores». Dice Baltasar Gracián que «es importante para la prudencia no hablar con superlativos, para no faltar a la verdad y para no deslucir la propia cordura. Las exageraciones son despilfarros de estima y dan indicio de escasez de conocimiento y gusto».

Usted, como analista político de la realidad asturiana, es conocedor de que nuestra región ha sido expoliada y se encuentra herida de muerte con el actual socialismo. Paro creciente, desindustrialización continua, emigración de los jóvenes a otras comunidades, congelación en las inversiones para infraestructuras, sanidad ruinosa, etcétera. Muchos electores creemos tener la oportunidad histórica de revertir el curso de la historia. La combinación de deslealtad y caradura de su artículo, con el hombre que más ha hecho por Asturias en los últimos 35 años, es una muestra más de la degradación moral de nuestra sociedad.

La ciudadanía independiente y pensante, como es mi caso, sin afiliación política estamos ejercitando nuestro derecho de opinión y elección. Es de bien nacidos ser agradecidos, agradecer es acordarse y corresponder con gratitud y prontitud por un beneficio recibido. Somos muchos, la mayoría de la sociedad asturiana, lea las encuestas sobre intención de voto, los que recordamos lo hecho por Francisco Álvarez-Cascos por nuestra tierra, por ello y por egoísmo estamos reclamando su vuelta. Lo que usted, mi querido amigo, llama conducta caníbal, devoradora de compañeros de bancada, nada más alejado de la realidad, es simplemente un ejercicio de crítica, consustancial con el derecho de libertad y «la libertad», Sancho, «es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar, por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida».

Qué mala suerte la de Asturias tener que tratar con tanto fanático y chiflado, muy concurridos y siempre tan oportunos. Saber olvidar, más que arte, es dicha.

Atentamente.