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Botas para la guerra, unas llaves clave para la paz

12 de Junio del 2022 - Agustín Hevia Ballina

De todos es siempre sabido que una imagen vale más que mil palabras. Expresión es esta que porta en sí ideas encerradas que nos ayudan a reflexionar y pensar dónde encontraremos palabras portadoras de nuevas ideas que nos permiten hilvanar pensamientos con que articular el discurso.

En una fotografía que nos brinda el periodista Luis de Vega encontramos cómo dos mundos que se contraponen: las suelas de unas fuertes botas, que el periodista interpreta como el mundo de la guerra. Por otro lado unas llaves caídas en el suelo, que representaría, en su esperanza ansiosa, como claves para la paz.

Hay dos cadáveres sobre esa tierra inhóspita caídos en el suelo. Son los cadáveres de dos vecinos, quizá unidos por los vínculos de un parentesco cercano. Son, sin duda alguna, dos soldados, dos militares, dos luchadores que buscan para ellos y los suyos una paz que, hasta el presente, se muestra arisca y solo en su parte amarga, que es la faceta íntima del morir, de una muerte, entre ignominias. Son los muertos a quienes no llegarán ya los frutos de la paz, que ellos con la entrega de sus vidas intentaron. Lograr para los suyos y con los suyos de la intimidad, cual si fuera el más valioso legado que pudieran transmitir en donativo de la mayor generosidad.

Por todas partes, los signos amargos de la guerra, cadáveres y más cadáveres. Los que no ves, los adivinas; te los revelan las bombas y las balas y, en cada esquina, un cadáver más, hasta sumarlos casi a miles, en un contaje que amenaza, Dios sabe adónde podrá llegar.

"Guerra", una palabra maldita, entre las más duras que la Babel de los tiempos pudo inventar. Con ella, unos concomitantes, los más terribles, que a la humanidad más costoso le resulta pronunciar: de ese modo, ponemos a su lado: muerte, desesperación, angustia, quebramiento de una sociedad que se rompe en pedazos, hombres, mujeres y niños/as caídos, sobre la dura tierra, muertes a cientos, niños, ancianos y jóvenes, que van sembrando la tierra de un país de cadáveres, de muertos sin fin, de caídos, de destrozados, de desilusiones, de destrucción y de muertes, otra vez y mil una, por todo fruto una fosa en la tierra, donde yacerán por siempre jamás los que, como granos de trigo, depositarán a los muertos de las mil guerras con que la Humanidad hace fructificar en frutos de esperanzada paz.

Unas botas que estás viendo comparables con los zapatos del niño Aillan. Un Lampedusa repetido a diario, una palabra rebozada en lo terrible de una sangre que corre a borbotones, para regar, en medio de la mayor calamidad, la siembra que la tierra, empapada en sangre, se niega a hacer fructificar. La tierra en que caerán los

granos de la iniquidad, de una humanidad que ve desaparecer, entre amarguras sin fin, a padres y madres de familia, a abuelos y jóvenes y -lo más terrible aún- niños aún en la más temprana edad.

SUMARIO: La fuerza del mensaje que transmiten las fotografías de guerra

DESTACADO: Por todas partes, los signos amargos de la guerra, cadáveres y más cadáveres; los que no ves, los adivinas; te los revelan las bombas y las balas y, en cada esquina, un cadáver más

Fíjate bien en las llaves que hay en el suelo, al lado delator de uno de los cadáveres, que la tierra se tragará en desolación y en el fruto de una guerra que no acaba si no es en las fosas comunes de los cadáveres, de los muertos, ya que el enemigo solo sabe bien hacer una cosa: matar y producir muertos a cientos. Al lado de los miles de muertos, de los millares de víctimas exánimes, de caídos en una guerra donde los frutos sazonados son solo las muertes que el adversario, el enemigo inmisiericorde, cultiva con saña y

alevosía. Al lado de los cuerpos sin vida, hay unas llaves caídas. Las llaves son el

símbolo de una casa que aguarda el retomo, que habla a gritos de un hogar, de una

familia, de una esposa que abrazar, de unos padres ancianos, de unos niños en la flor de la edad, son unas llaves guardianas de la intimidad familiar.

Las llaves quieren ser la semántica de una vuelta, de un retorno, de un reencuentro, de una ilusión que ya nunca llegará a encender la llama de quien espera -miles de

cadáveres constituyen la siembra. Miles de tristes brotes serán los frutos de la guerra, en una lucha sin par. Unas llaves, tres llaves son las que aguardan para la vuelta a casa,

a un hogar que ya no dará acogida a nadie, porque el portador de las llaves que habrían de abrir su hogar ya no expresará más sentir que el yacer de bruces sobre una tierra

que solamente abre sus fosas comunes para yacer enterrados sus muertos, en una tierra

con una arquitectura inútil para darle el sublime abrazo de la paz.

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