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Sobre la Seguridad Social, punto final

13 de Octubre del 2010 - José Viñas García (Oviedo)

Doctora Isabel, estamos llevando mis inquietudes críticas a una argumentación demasiado personal y paralela, sin posibilidades de mantener unos criterios mínimos de coincidencia, porque usted es parte y yo reparte. Usted parte que la Sanidad Pública en la que trabaja, funciona irreprochablemente. Por mi reparte sigo manteniendo que el esquema actual solo conseguirá llevar a nuestra sanidad a un descontrol total. Donde solo los empleados, y sus mesnadas de enchufados y recomendados, tendrán la seguridad de ser atendidos en tiempo y manera, que la circunstancia demanda y precisa.

Podemos seguir matando al mensajero, como trata usted de hacer conmigo, intentando desprestigiar mis fundamentos críticos. Mis reproches no van más allá de interpretar que todo empleado público debe estar expuesto a sentirse criticado por los usuarios, no hace falta que se diga que, no todos los médicos y enfermeras son ogros. Pero solo la dirección administrativa y ustedes, que conviven diariamente con ese entramado que dificulta, mantener una normal correlación de preferencias y listas en espera, pueden mejorar el anacronismo que se está convirtiendo esa empresa. ¿Se imaginan una empresa cualquiera, que entre sus empleados se repartieran la materia prima que produzca la misma? ¿Iría a la quiebra, verdad?

Pues entre ustedes los sanitarios se reparten la materia prima que justifica nuestra sanidad, repito de mi anterior escrito: nadie diría nada porque atajen lista de espera, por un familiar muy directo, pero ustedes van más allá, hacen favores diarios no solo a familiares, si no a vecinos, amigos y al carnicero con toda su prole. No habría más que poner el ejemplo de una simple amistad con cualquier empleado sanitario, también te asegura una más rápida y pronta solución a todo.

¿Cómo se siente una persona que acude con su madre de 90 años a una consulta, y ve el desfile de batas blancas acompañando a pacientes, para colarlos, y pasar por delante de una anciana que lleva dos horas de espera? Eso si diría yo, que es soborno ilícito sin dinero por el medio, pero pagando en forma de favores a vista de todos, el hoy por ti, mañana por mí una cadena interminable de eslabones corrompidos.

Señora Isabel, se va por peteneras, llevando mí critica a ejemplos añadidos, buscando escabullirse de la raíz de mi escrito; lo de Soborno por amenazas de huelga, es así como está planteado, claro que es un derecho constitucional: el de huelga, pero hay colectivos como el de empleados sanitarios, donde las reivindicaciones tienen que ser llevadas por otros caminos, un enfermo desatendido, no es igual que un producto o una maquina parada por huelga de quien la atiende, sobre este tema nada más que decir.

Mi escrito tiene origen principalmente, por dos temas, que son los eslabones que pervierten el buen funcionamiento de esta empresa, no suya, de todos; esa tela de araña tan expandida en nuestra sanidad de favores y favorecidos, que entre todos, hacen un colectivo silencioso muy dañino, para el buen funcionamiento de la empresa

1). Uno ya reseñado anteriormente, tropeles a diario de amistades entre empleados, que se intercambian favores, que distorsionan listas y esperas a quien acude sin recomendación.

Pensemos bien, que todos esos empleados-as, trasladándose a otras especialidades, por plantas, ascensores y entre hospitales, se ponen de bata blanca, estando fuera de horas de servicio, solo para dejar claro entre quienes esperan sin enchufe, que ellos tienen preferencia permitida, como suelen decirse entre ellos, son de la casa el resto son intrusos o idiotas que pasaban por allí. Porque de no ser así, y estarlo haciendo en horas de trabajo, a eso llamaría amablemente irresponsabilidad profesional, por abandonar el lugar de trabajo para otros asuntos personales... digo yo. Quizás es una apreciación un poco exagerada, me diría usted. O quizás me soltará aquello de: denuncie esa situación en cada caso particular sin generalizar Verá la ingenuidad es mi debilidad, pero ¿dígame cómo hacerlo? pregunto a cada bata blanca, con diplomacia, disimulo, y con mi candidez, esperando una respuesta amable y correcta ¿está usted en horas productivas, fuera del lugar exacto donde debiera estar?

Las fabulas me fascinan, pero me impresionaría usted más, si fuera valiente, y dijera, está diciendo lo correcto, dice algo que ocurre con alguna frecuencia entre nosotros.

2). Todos, salvo usted, saben que alguien que quiera agilizar pruebas, análisis y resultados, acude al especialista en su consulta particular y le será más y mejor todo, cuanto rodea listas de espera, ¿es fácil de justificar tal cosa? ¿Quién acusará a quien te facilita las cosas? no es posible desmarañar semejante entramado de favoritismos, sin la ayuda de ustedes y de la administración directiva. Además ningún profesional en su consulta privada, está haciendo algo fuera de la Ley, los enfermos que a él acuden tampoco. Solo es deplorable, que esos pacientes puedan tener deferencia en nuestros hospitales.

Siento que decir esto, le afecte a su conciencia profesional, y se sienta dañada en exceso, pero mis críticas bien sabe, que son situaciones diarias en cualquier recinto hospitalario público. ¿Debiera callarme, como la mayoría? ¿Estoy diciendo mentiras? ¿Me excedo en críticas? No puede, a quien tiene inquietudes coartarle el derecho al menos al pataleo, y menos amenazarle con que se excede delictivamente en sus apreciaciones, solo porque en una frase dijo pijo en vez de fijo- sabe por mi parte doy por finalizado esta agradable polémica, que sea muy feliz.

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