El dedo de Dios
El dedo alegórico de Dios -alegórico porque Dios es un ente de razón-, pintado por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, al que hace alusión el columnista José Manuel Ponte en un escrito que lleva por título "Muy conocido, poco conocido", tiene, ciertamente, mucho parecido con la designación digital que los líderes del PP vienen haciendo como práctica sucesoria.
En la escena del génesis plasmada en la bóveda, Dios transmite la vida al primer varón a través del dedo índice de su mano derecha, creándolo a su imagen y semejanza, libre de pecado; es decir, en estado puro. Pero ocurrió que la pureza duró lo que dura un cubito de hielo en un whisky on the Rocks, que diría Sabina, y, además, la pérdida de la vergüenza dejó alelado para siempre al bueno de Adán, castigo que todavía arrastramos impenitentemente sus descendientes varones. Es como si Eva y sus herederas hubieran secado o absorbido el cerebro del varón a través de la entrepierna.
Siguiendo en esta línea argumental, podría decirse que el dios -con minúscula por ser menor-, Aznar, infunde la vida presidencial en Rajoy que, como buen varón y espécimen paradigmático, después de la polución o derrame seminal provocado por la dicha de saberse el elegido creo que a esto lo llaman la erótica del poder-, cayó en un estado profundo de aletargamiento cerebral que todavía perdura, de ahí su lentitud en la resolución de los problemas que, un día sí y otro también, le llueven de gran parte de la geografía española.
Otro testimonio que viene a enriquecer la teoría expuesta más arriba, lo tenemos en casa, en nuestra amada Asturias. Aquí, el desmayo del líder tácito, Ovidio Sánchez, es tal que solo el líder fáctico, Gabino de Lorenzo, de vez en cuando, es capaz de sacarle de ese estado catatónico y ponerlo ante las cámaras para que, con sus ojuelos picarones, más que con sus palabras y, no digamos hechos, nos ilumine. Dice, con esa sonrisa mefistofélica que le caracteriza, no haber ninguna situación extraordinaria que aconseje un congreso añadido al ordinario. No se lo cree ni el apuntador léase Gabino-.
Que el PP asturiano, por mucho que saquen a pasear los falsos apoyos a la candidata virtual, de las ahora treinta y siete juntas locales, está roto por la mitad, lo sabe todo el mundo, sólo Ovidio Sánchez y la densa niebla, con nombres y apellidos, que le acompaña quieren ignorarlo. Si esto no es suficiente para convocar un congreso extraordinario, lo será cuando la ciudadanía en las urnas firme su acta de defunción.
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