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Sr. Presidente, el 25 de mayo no va de banderas

31 de Mayo del 2022 - José Luis Iglesias

Una vez más estamos ante el 25 de mayo. Otra vez más el recuerdo de la invasión napoleónica y los sucesos que ocurrieron en Asturias entre el 9 y el 25 de mayo.

Cada cual puede celebrarlo como quiera o no. Faltaría más. Pero los hechos que sucedieron son inalterables y ahí están, la historia no tiene vuelta atrás y cada cual cargará el acento en lo que considere más oportuno.

El 9 de mayo en Oviedo hubo una revuelta popular que manifestaba el primer rechazo en Asturias a la ocupación militar francesa y que contó con el apoyo de personas ilustradas e incluso de algunas autoridades. Fue el inicio de un proceso revolucionario que culminaría el día 25 de mayo con la proclamación de una nueva institución de gobierno: la Junta Suprema, cuyo primer acto fue el reconocimiento de la soberanía popular y su legitimación, al proceder de ella.

Este hecho singular es de tal importancia que, aunque haya demasiados intereses en ignorarlo, la historia no puede por menos que reconocerla, y es que fue la puerta que abrió el proceso a la revolución liberal en España, cuyo primer capítulo alcanzaría su culminación en las Cortes de Cádiz, en las que también cabe destacar la importante y nutrida representación asturiana y cuya cumbre fue la Constitución de 1812.

No hay revolución liberal, ni fin del absolutismo, sin el reconocimiento de la soberanía popular y esta se proclamó por primera vez en España el 25 de mayo de 1808 en Asturias.

A la derecha, como digna heredera de quienes escribieron el manifiesto de los persas, no le gusta el 25 de mayo. Monárquica por naturaleza, no le hace mucha gracia eso de la soberanía popular. Por eso de todos los hechos ocurridos entre el 9 y el 25 de mayo se queda y ensalza el 9 de mayo. El alzamiento contra el invasor napoleónico en defensa de la patria.

La patria, la patria… Siempre a vueltas con la patria. Una patria que nació en Asturias, en Covadonga, gracias al milagro de la Virgen María en la batalla de Covadonga.

Por eso si hay que rendir honores en la calle Altamirano, se rinden no el 25 sino el 9 de mayo y se ponen coronas ante las placas que recuerdan los hechos. El 25 no le gusta porque el 25 de mayo y eso de la soberanía popular pueden ir por caminos no deseados. Lo ocurrido el 9 tiene un encaje mucho mejor con el relato milagroso de la fundación de la patria y la monarquía. Eso del 25 de mayo y unas instituciones que nacen del pueblo soberano es cosa de esos franceses ateos y trae malas consecuencias

Sumario: Sobre la propuesta del Gobierno regional para conmemorar la sublevación frente a la invasión napoleónica en la región

Destacado: No hay revolución liberal, ni fin del absolutismo, sin el reconocimiento de la soberanía popular y esta se proclamó por primera vez en España el 25 de mayo de 1808 en Asturias

Nosotros los republicanos ponemos el acento en la otra parte. En primer lugar, no somos muy dados a introducir en la historia los milagros. Consideramos el 25 de mayo y la declaración de la soberanía popular el comienzo del proceso indispensable hacia un cambio institucional y la construcción de un Estado que se base en los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad. En el que todos los poderes tengan su fundamento y origen, no en milagros ni fundamentos divinos sino en la soberanía popular. Es decir, la construcción de un Estado democrático. Eso es lo que celebramos el 25 de mayo, a la vez que denunciamos que en la España de hoy la máxima institución del Estado no procede de la soberanía popular, sino que fue impuesta por la decisión dictatorial del general Franco.

Pues bien, aún hay una tercera forma de considerar la relevancia de los hechos sucedidos entre el 9 y el 25 de mayo de 1808. Es la que propone el presidente del Gobierno autonómico, el Sr. Adrián Barbón.

Como es evidente que no puede aceptar la interpretación de la derecha, propone recuperar el 25 de mayo. Pero claro, él es el presidente de una institución del Estado monárquico, por tanto tampoco puede aceptar la interpretación republicana y poner el acento en el pueblo soberano.

Entonces ha tenido la ocurrencia de que la forma de dignificar el 25 de mayo sea proclamarlo el Día de la bandera asturiana, con actos y homenajes a la misma. Recurriendo, para darle la importancia que no tiene, a que si la diseñó Jovellanos, y que si fue la bandera del ejército asturiano.

A la derecha eso de las banderas la encanta, con lo cual no ve tan mal la propuesta del presidente: que el 25 de mayo sea el Día de la bandera asturiana.

En cuanto a lo de los milagros, las creencias son una cosa tan íntima que no sabemos si el Sr. Barbón cree o no en la Virgen de Covadonga, aunque ciertamente es un fiel asistente anual a la basílica todos los 8 de septiembre, soportando, cual humilde franciscano, las impertinencias del otro. Ya saben de quien.

La soberanía popular es el fundamento de toda democracia. Nosotros los republicanos consideramos que el hecho de que por primera vez en España se proclamara en Asturias es muchísimo más relevante que la bandera.

Si realmente quiere usted dignificar el 25 de mayo, no ande con rodeos y dé usted los pasos necesarios para proclamarlo el Día de Asturias.

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