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La tutoría académica y el ERPA frente al acoso escolar

5 de Junio del 2022 - José María Casielles Aguadé

Vaya por delante, que el acoso escolar ("buying") no es nuevo; pero digamos también que últimamente se ha recrudecido de forma preocupante en nuestros centros educativos, especialmente los de Primaria y Media.

En diciembre de 1972 -hace, pues, cincuenta años- accedí por oposición libre de ámbito nacional al cuerpo de Inspección de EM del Estado, obteniendo la plaza disponible en el Distrito Universitario de Oviedo, con competencia entonces en Asturias y León. Poco después el ministro doctor Villar Palasí nos convocó a los funcionarios del referido cuerpo a una enigmática reunión en Madrid sobre "conductas académicas asociales" en los centros de Bachillerato. Ya presentes en el salón Goya del MEC, nos desveló que tenía noticias por la Policía Nacional de que se estaban registrando dos tipos de hechos preocupantes: episodios de acoso escolar y otros de inicio al consumo de drogas (generalmente hachís) en centros de Secundaria. Problemas incipientes, pero que habríamos de afrontar con resolución, por su peligrosa evolución para nuestra sociedad, porque como ustedes -dijo- seguramente compartirán conmigo: "El que es caritativo con el lobo es cruel con el cordero". La fabulosa frase del ministro Villar, catedrático de Derecho, me quedó grabada para toda mi vida, por su indudable acierto y su polivalente aplicación; pues hoy nos vale también por su encaje directo y literal en problemas actuales y candentes, como los que lamentablemente sufre la ganadería de montaña, muy concretamente en Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla-León.

Sumario: Las medidas tomadas para combatir el "buying" en los años setenta

Destacado: La tutoría se concibió como una actividad voluntaria, aportada por un educador con alta carga docente en un determinado grupo de alumnos y con vocación de orientador

De regreso a nuestros respectivos distritos universitarios, y tras reiteradas reuniones con los directores de los centros, psicólogos y médicos de instituto, coincidimos en diseñar unas medidas que pudieran suponer la respuesta adecuada y eficaz a estos preocupantes desarreglos sociales. Las dos fundamentales fueron: el diseño de la figura del "profesor-tutor" y del "expediente del registro personal del alumno" (ERPA). La tutoría académica, se concibió como una actividad voluntaria, aportada por un educador con alta carga docente en un determinado grupo de alumnos, y con vocación de orientador. Debía estar disponible para atender pacientemente a sus alumnos, y muy especialmente al elegido por ellos como delegado de curso; tener prestigio profesional acreditado entre sus compañeros docentes y llevar los ERPA de los chicos, en los que se registraban abundantes datos personales y familiares, así como los obtenidos por la aplicación de sociogramas y psicogramas, que recogerían la evaluación de las preferencias y rechazos que cada estudiante tenía de sus compañeros. El profesor-tutor estaría dispuesto a vigilar esporádicamente los recreos de su grupo, y a dialogar con los jóvenes y sus padres sobre cuestiones particulares. Tanto la figura del profesor-tutor, como el preciso diseño de los ERPA, sociogramas y psicogramas quedaron normalizados y legalizados en el BOE en la década de los setenta, donde pueden y deben ser consultados, estudiados y revisados.

Para conocimiento nítido y ejemplar de los arrogantes protagonistas, hay que dejar claro que el acosador (muchas veces en grupo) es generalmente cobarde, acomplejado e incapaz de superarse a sí mismo, y por esto trata de degradar a otros compañeros más dotados que él, con los que no encuentra otra forma de nivelarse.

Sentado esto, podemos añadir que las medidas adoptadas resultaron equilibradas, sensatas y eficaces, y solo queda insistir en la valoración esencial de la cualidad vocacional del profesor-tutor para su selección por el claustro. Quiero reiterar que todo partió de las atinadas observaciones y consejos del ministro de Educación y catedrático de Derecho el profesor Villar-Palasí, de imborrable recuerdo y feliz ejemplo. Loado sea.

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