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Covadonga, 1.300 años atrás: arranca la Reconquista

31 de Mayo del 2022 - Carmen González Casal

Según concluyó Sánchez Albornoz a partir de material documental islámico, la batalla de Covadonga tuvo lugar en el 28 de mayo del 722, diez años después de Guadalete. Estamos ante una respuesta consciente, protagonizada por Pelayo y un grupo de rebeldes negados a someterse al ejército invasor. Una resistencia con la que arranca lo que, con el correr de los siglos, conocemos como Reconquista, esos 780 años de nuestra historia en los que la expulsión de los musulmanes y la restauración de los reinos cristianos visigodos fueron los objetivos fundamentales. Según esa fecha, se acaban de cumplir los 1.300 años de esta victoria local por las faldas del monte Auseva. Posiblemente una emboscada, más escaramuza que otra cosa, pero, al fin y al cabo, un suceso que cambió la historia. Y tanto la cambió que el gobernador musulmán Munuza salió por pies de Gijón, y Asturias nunca llegó a ser musulmana.

Sin embargo, no faltan artículos y comentarios de versados historiadores o analistas —en ocasiones, sobrados de visión partidista y cargados de ideología— que reducen este hecho a algo legendario, tan mítico como inexistente. Las Crónicas Asturianas están ahí. También las árabes. La Albeldense, la más antigua, dibuja con breves pincelas, casi a modo de enciclopedia, la historia universal en la que se integra el Reino de Asturias hasta parte del reinado de Alfonso III, rey que parece ser el autor de la Rotense y la Sebastianense. En las tres se recogen noticias históricas desde la época visigoda hasta los primeros diez años del siglo X. Así narra la Albeldense, datada en el 883, esta batalla: “Alqama mandó entonces comenzar el combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las ondas, brillaron las espadas…Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que le disparaban y mataban a los caldeos…”.

Sumario: Una respuesta consciente, protagonizada por Pelayo y un grupo de rebeldes negados a someterse al ejército invasor musulmán

Destacado: El Gobierno del Principado anunció recientemente una serie de celebraciones en torno a este aniversario, pero, en concreto, en Covadonga el sábado 28 se le echó de menos

Está claro que quien escribe estas crónicas —tanto del bando cristiano como del bereber— lo hace con un propósito más político que histórico —como también sucede hoy en día según quien nos cuente lo sucedido—, por lo que muchas veces los hechos objetivos se entreveran de leyenda. Sin embargo, está claro que no se parte de sucesos ficticios, sino que esas gestas están contadas según los modos de narrar de una época lejana, de hondas raíces cristianas, y para leerlas, sin distorsionar el mensaje, hay que ponerse las gafas del momento. Si lo hacemos con la mentalidad del siglo XXI posiblemente las conclusiones sean erróneas.

En definitiva, los rebeldes cristianos no se rinden, y, a pesar de su patente inferioridad, Alqama muere, y Pelayo y su ejército ganan la batalla. En Covadonga nace un reino, el Astur, con capital en Cangas de Onís, en el que está el germen de la nación española. Tal es la fuerza de esta circunstancia que en el 740 Alfonso I funda un primer monasterio en Covadonga, que se quema siglos más tarde, en el 1777. Precisamente, hace pocos días escuchaba a la medievalista María Álvarez citar al cronista musulmán Ibn Jaldún, uno de los fundadores de la moderna historiografía, quien escribía allá por el siglo XIV: “En Covadonga nace una nueva dinastía que reina sobre un pueblo nuevo”.

Estuve en Covadonga y Cangas de Onís el pasado 27 y 28 de mayo participando en unas magníficas jornadas para celebrar esta efeméride. Estaban organizadas por el grupo de Escritores con la Historia, el real sitio de Covadonga y el Ayuntamiento de Cangas de Onís, a quienes doy mi enhorabuena. Bien es verdad que el Gobierno del Principado de Asturias anunció recientemente una serie de celebraciones en torno a este aniversario, pero, en concreto, en Covadonga el sábado 28 se le echó de menos en una celebración institucional en toda regla. También faltó una conmemoración a nivel nacional, porque no lo olvidemos: si Pelayo no hubiese existido, nuestra historia se escribiría de otra manera. No me imagino ingleses o americanos despreciando efeméride semejante.

No me cabe duda, Covadonga es un referente milenario no solo para asturianos, también para el resto de españoles. El Reino de Asturias, que pervivió del 718 al 910, es el germen de la España actual. En esos hechos históricos plantemos nuestras raíces, y si la raíz se seca, el árbol se muere. Aquí no hay ultraderechas ni izquierdas: esta realidad histórica es patrimonio de todos, aunque algunos prefieran exterminar esas raíces. Valores naturales, históricos y religiosos confluyen en un entorno tan singular que —creyentes o no, del signo político que sea— deberían hacer de esta montaña un signo de identidad desde donde proyectarse el futuro.

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