Queja por el trato recibido en el Hospital San Agustín
Mi madre tenía demencia, no se podía quejar, pero lo hago yo por ella. Por desgracia, en los últimos dos meses estuvo cuatro veces ingresada en dicho hospital, dos veces en la cuarta planta y otras dos en la sexta. Voy a poner dos ejemplos. En uno de los ingresos en la sexta planta tenía un reloj en la cabecera de la cama para los cambios posturales a las 16 y a las 20, horas en las que yo estaba allí, y nadie se los hizo, pero se los hice yo. En una ocasión, se lo recriminé a una auxiliar y me dice: “No pasa nada, se lo hago a las 21 horas”. La respuesta me la reservo. Cuando le dieron el alta, al mediodía, estoy toda la tarde esperando por mi madre, llamo varias veces al hospital, la última vez a las 23.30 horas, y me contesta la voz de un hombre: “Esa señora salió hace diez minutos. Salud”, y me cuelga. Cuando llega la ambulancia son las 23.40 horas, me parece una hora inadecuada. Por suerte, en la cuarta planta la cosa mejora un poco, aunque me la mandan con covid, sin avisarme. Resultado: me contagié yo.
Doy las gracias a la Dra. Calderón, por la empatía que tuvo hacia mí, sin conocerla personalmente, porque ahora todo es por teléfono por el maldito covid. También doy las gracias a la auxiliar M.ª Ángeles, que su nombre le hace justicia.
Mi madre falleció el pasado viernes 6 de mayo. DEP. Su hija Mely.
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