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La táctica del avestruz

13 de Octubre del 2010 - Francisco Manuel Domínguez Menéndez (Avilés)

Es curioso cómo una y otra vez los aparatos de los partidos políticos practican la cándida estrategia del avestruz siguiendo los dictados de ese aforismo para necios que dice: lo que no se ve no existe. Porque, ¿cuántas cosas nos afectan diaria y directamente que no vemos pero sentimos, sufrimos, padecemos o presentimos? ¿Cómo es posible que hombres y mujeres, en su mayoría, capacitados intelectualmente por la Universidad, piensen que, en la era de las comunicaciones, pueden ocultar al ciudadano el escenario y la trama y además decirse la quintaesencia del pensamiento demócrata? ¿Por qué las organizaciones sociales del Estado les han permitido convertir los partidos políticos, patrimonio de todos, en grandes empresas privadas, familiares, al margen del contribuyente? ¿Dónde está la separación de poderes y contrapoderes? ¿Para cuándo listas abiertas? ¿En qué instante dejó de crecer nuestra Democracia? Nunca como hoy, a lo largo de nuestra historia democrática, se hace más evidente esa política maquiavélica en la que el fin justifica los medios. Todo vale, desde negar la evidencia de una economía descompuesta hasta negar la descomposición de una evidencia corrupta.

Pues bien, hablemos ahora de cómo la cúpula del PSOE quiere esconder en el subsuelo la realidad de un líder político amortizado al que las luces antiniebla dejaron de funcionarle en el momento en que se ocultó el Sol de la economía y el arco iris de la Alianza de las Civilizaciones duerme el sueño de los justos. Zapatero no tiene salvación política y de lo que se trata, como muy bien escenificó José María Barreda, aunque después se desinfló o más bien lo desinflaron, es que en esa caída libre no arrastre a todo el partido hacia un túnel de largo recorrido. La maroma salvadora, si es que existe, deberían buscarla en su propia casa y con mucha clarividencia, no vayan a confundirse y escojan la soga del ahorcado. Tengan en cuenta los socialistas que una mayoría absoluta del PP, en tiempos de mudanzas europeas y crisis económica en vías de solución, les daría contrato de mando para muchos años, a no ser que otra guerra de Irak les ilumine, que el hombre es capaz de tropezar dos veces en la misma piedra.

Puesto que el principal partido de la oposición vuelca sobre Rodríguez Zapatero todos los males que nos acongojan, parece lógico pensar que sólo basta con aplicarle un quitamanchas eficaz al actual inquilino de la Moncloa, a poder ser más hábil y más creíble, para que el PSOE aparezca inmaculado. La torpeza de Rajoy, solamente igualable a la de su oponente, ha sido, precisamente, personalizar todos los males del país en el líder socialista, dejando casi al margen el partido que lo sustenta, y amplificar esa estrategia a través de los medios de comunicación afines. Sinceramente pienso que los socialistas no van a presentar a ZP para los próximos comicios generales, a no ser que quieran suicidarse políticamente, y presiento que saldrán a escena otros actores y actrices con nuevas invectivas cansados de esa deriva ideoléxica de ida y vuelta que les conduce, en el mejor de los casos, directamente a la bancada de la oposición. Ya veremos lo que tardan todos estos que ahora se rasgan las vestiduras para arropar al líder terminal, en desmarcarse y aclamar al heredero.

Lo que no se entiende muy bien es la petición a Zapatero de que intervenga en las autonómicas asturianas. A esto no soy capaz de pillarle el punto benéfico. Ellos sabrán, si es que lo saben. Sólo encuentro justificación para esta aparente torpeza en ese rasgo definitorio del grandonismo asturiano, o que ven tan desmembrado al PP regional que piensan poder ganarles incluso con la rémora de ZP. Es decir, coloquialmente hablando, quieren quedar bien y no gastar nada, ahora que soplan vientos disonantes.

Pero la táctica de la corredora no es sólo patrimonio de los socialistas, también la derecha se apunta en muchas ocasiones al mismo escondite psicológico, aunque ahora toque el recurso del gallo de monte. Creen, inocentes, que con gallear a Pérez-Espinosa como la aclamada por una mayoría de juntas locales, los demás aceptan. Pues no, señores, no. La realidad, a lo que parece, es que el tema no se trató en ningún orden del día y solamente dieron el visto bueno al asunto de la proclama los presidentes de esas juntas que, atemorizados unos, o, si se quiere, sin ninguna personalidad, y con intereses poco edificantes otros, en cualquier caso cogidos por el ñarigón, acataron las órdenes del todopoderoso Gabino de Lorenzo. Al final, no se sabe muy bien quién es más general si el General Secretario o el Alcalde General, lo que sí se conocen son los intereses espurios que movilizan tal cantidad de neuronas. Y a todo esto y a día de hoy, Rajoy sin poner orden en esta ínsula Barataria del Señor de los Caballos. Que Dios nos coja confesados el día que el gallego acaricie el poder, que en ello está.

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