La matrioska

1 de Febrero del 2009 - Antonio Ramírez Benéytez (Oviedo)

A nuestra generación, a los que hemos nacido en los años veinte, nos ha correspondido el beneficio de ver los grandes cambios que ha tenido la Humanidad en tan poco tiempo. Y no me refiero solamente a la poca distancia que hay entre "Lo que el viento se llevó" yel acceso a la presidencia norteamericana de un hombre negro.

Me refiero, para empezar, a la mitad de esa humanidad, a la que corresponde a las mujeres que se ha sumado a la sociedad en el mundo laboral, al científico y al político entre otros más; con la repercusión que supone el ingreso de su inteligencia, su distinto enfoque en muchos asuntos, su laboriosidad, etcétera.

Estamos dando ya, como el niño que comienza a dar los primeros pasos, esos balbucientes andares para desprendernos de los brazos de nuestro planeta y ver lo que hay fuera de él, a internarnos en ese Cosmos que nos rodea y del cual no conocemos sus límites.

Y el más importante: somos los únicos seres de la Tierra que nos hemos independizado de las leyes evolutivas y nos bastamos a nosotros mismos para crear a voluntad seres no sometidos a esas leyes. Es el avance de la Genética. Ya conocemos cómo estamos construidos, sabemos nuestra "plantilla". Podrán formarse en el futuro, manejando esos genes que ya casi sabemos para qué sirve cada uno, seres a voluntad. Y los hombres más poderosos, los que puedan acceder a ello, serán más inteligentes, más fuertes, vivirán más... Aunque otros, a su pesar, seguirán sometidos a Darwin.

Pero, aun así, a pesar de esetas maravillas, no nos libraremos de hacernos la gran pregunta, la que se nos plantaea al leer el cuento de "La matrioska".

Era un niño que jugaba con una caja derrada en la que había un puñado de tierra: unbniño agitó la caja y creó en ella un big-bang. Y los seres que habitaban ese nuevo cosmos no conocían en donde estaban sus límites, porque eran el cartón de la caja y no llegaban a verlo. Creían que todo su universo no era más que lo que veían.

Aunque había otro cosmos mayor que el suyo: la huerta en donde estaba el niño.

Y otro más en el planeta en donde estaba la huerta y desde el cual no se veían los límites en los que terminaba ese cielo estrellado.

¿Podría ser que ese siglo maravilloso con sus grandes cambios o sea más que una ínfima anécdota dentro de una caja de cartón? Esa caja que sólo sería una de las pequeñas matrioskas embutida en no se sabe cuántas más.

El gran anhelo sería saber qué hay al final de la última de las muñecas de la gran matrioska. Y conocer a su Creador.

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