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El trabajo, origen de la propiedad privada

2 de Junio del 2022 - Juan Antonio Sáenz de Rodrigáñez Maldonado (Luarca)

El trabajo, origen de la sociabilidad y de la propiedad privada.

Si el primer derecho emanado de la Ley Natural es conservar la vida y, consiguientemente, el derecho a defenderse, el segundo derecho es el de vivir en libertad. Al respecto Locke hace la distinción entre el estado de Naturaleza y vivir “en sociedad”. En estado de Naturaleza, el hombre es libre cuando no está “sometido a la voluntad y la autoridad legislativa de ningún otro hombre, y no reconoce otra ley para su conducta que la de la Naturaleza”. El Estado es, por otra parte, la forma propia de organización de la vida en sociedad. Si en el estado de Naturaleza el hombre, para ser libre, solo debe obedecer a la Ley Natural impresa en su conciencia, en la sociedad, en cambio, el hombre puede estar sometido por un poder absoluto y, en este caso, no es libre o, por el contrario, puede ser libre acatando solo aquellas leyes que “se establecen por consentimiento dentro del Estado, de acuerdo con la comisión que se le ha confiado”.

Se debe señalar la relevancia del “consentimiento” como de la “comisión confiada” o delegación encomendada, de la que habla Locke. El “consentimiento” significa que la legislación no es la expresión de una voluntad arbitraria que dicta leyes caprichosamente, sino que las leyes se establecen mediante consenso. La “comisión confiada” significa que el soberano es el pueblo, que la facultad de reinar y gobernar es conferida por aquel, que delega en este, en el rey o gobernantes, la facultad de ejercer el poder.

Otro de los derechos emanados de la Ley Natural es el derecho a obtener aquellos medios necesarios para “salvaguardar la existencia”. Llegado a este punto, Locke aventura una explicación del origen de la propiedad privada, que fundamenta en la actividad productiva del hombre o trabajo, como reconocimiento por parte de la comunidad de la explotación de algún bien natural común en régimen de propiedad privada.

Para explicar este aspecto, Locke parte también del supuesto estado de Naturaleza, anterior a las formas de vida en sociedad. Cita el Salmo CXV, 16 del rey David: “Entregó la tierra a los hijos de los hombres”, para justificar que, en aquel supuesto estado primitivo, los hombres vivían en régimen comunal, compartiendo los bienes de la Naturaleza que Dios creó para uso y provecho. Pero no solo “la tierra en común” les fue entregada a los hombres, sino facultades físicas y mentales para su aprovechamiento. Ahora bien, la cuestión es saber “de qué manera pueden los hombres tener acceso a la propiedad”.

Si bien todos los productos de la Naturaleza han sido dados como bien de disfrute común, la propia persona, sus facultades y su acción productiva o trabajo es propiedad personal e inalienable y, consiguientemente, en la medida que alguien añade un valor con actividad productiva o trabajo, ese producto elaborado pasa a ser de su propiedad. Justifica Locke esta ley primitiva de la Naturaleza apoyándose en el pasaje bíblico Génesis 3, 17-19, que así reza: “Del suelo, con fatiga sacarás tu alimento mientras viva. Comerás el pan con el sudor de tu frente”. En el supuesto estado de Naturaleza, el hombre se rige por la Ley Natural, que le impone trabajar para ganarse el sustento, trabajo que añade, por así decir, un valor a lo que elabora o produce. Es el trabajo el que crea el derecho de propiedad. Al respecto Locke escribe: “De modo, pues, que al ordenar Dios el cultivo de la tierra, daba, al mismo tiempo, autorización para apropiarse de la tierra cultivada”.

Este modo de acceder a la propiedad es característica en el estado de Naturaleza; no, en cambio, de la vida en sociedad. Aquí, aunque hay bienes comunales, su uso está sujeto a leyes de gobierno que, precisamente, los mantienen como comunales. La explotación en régimen de propiedad privada vendría condicionada por la norma estatal y la ley del mercado.

¿Qué sucede cuando el grupo aumenta el número de sus componentes? ¿Cómo se llegan a instituir la propiedad privada, las leyes del mercado y el uso de la moneda? Se puede aventurar varias respuestas a esta segunda cuestión. Se puede decir que, en la raíz, se encuentra la ambición, rasgo característico de la condición humana. También el sentimiento de inseguridad que, ante los avatares de la vida, lleva al hombre a hacer acopio de bienes, de forma que estos garanticen la subsistencia, la independencia y el bienestar tanto de él como de los suyos. Y, por último, la inclinación que hay en todo hombre a conseguir con su habilidad y laboriosidad cotas de felicidad que, sin la posesión de bienes, difícilmente lograría para él y los suyos. También el descubrimiento de metales preciosos y su valor de uso contribuye a la institucionalización de la propiedad, así como al cambio de manos de esta y de otros bienes, intercambio que favorece grandemente el uso de la moneda.

Con respecto a la primera pregunta, la hipótesis que formula Locke atiende al hecho mismo de la necesidad de dividirse los grupos, a fin de encontrar nuevos asentamientos para la obtención de recursos. Esta situación da lugar al intercambio o trueque, para acabar derivando en relación comercial. Estos grupos fueron aumentando, asociándose, y acabaron construyendo ciudades. Pero esta asociación no representaba renunciar a la propiedad que, por derecho natural y mediante el trabajo, habían obtenido. Esto les obligó a poner fronteras entre las propiedades de sus miembros y de las otras comunidades vecinas, así como “regular por medio de leyes” las propiedades de los miembros de la misma comunidad.

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