No disparemos alarmas
Se ve a la legua de que no pensamos de igual manera.Leí con cierta consternación la columna de Juan Goti. Para mí es evidente que los límites de nuestras experiencias, en unos como en otros, y los huecos de nuestros conocimientos alimentan en ciertas situaciones nuestros temores y miedos. Por lo que iba leyendo en su publicación en LA NUEVA ESPAÑA me fui convenciendo de que, por así decirlo, Juan Goti no ha conocido la pobreza extrema real. Si hubiese pasado por Matalablima, Caño Roto, Pan Bendito, el Arroyo, La Hormigueras y otros parecidos lugares, su opinión sería otra. Estoy convencido.
Cuando leo sobre los pobres -y no solo a Goti- son muchísimas las veces en las que creo intuir que la seguridad de nuestros conocimientos puede estar marcada por nuestros propios miedos. Son limitadas nuestras experiencias de pobreza gracias a Dios, así como lo son nuestras contribuciones en la lucha contra ella. Tanto unos como otros no tenemos una conciencia común. Hay miles de personas que viven de forma marginal y no piensan de la misma manera que Goti. Ni yo ni tantos.
Es verdad que por los citados barrios pobres, hace unos años, se acercaban más los de izquierdas, como también alguna monjita. Las desventuras variaban, el hambre era gratuita por desgracia, y las condiciones, inhumanas. He visto al señor Mariano y a su mujer compartir la comida con las ratas en una misma mesa.
Muchos años vivimos marcados por lo marginal, pero no por la política. Fueron, principalmente, los políticos los que más dieron el do de pecho en aquellos barrios para sacarnos de aquella marginación. Muchos de aquellos barrios están hoy desconocidos.
Conocí a pocos políticos. Solo estuve cerca de Borrell, López Rey, de Ramón Espinar cuando nos tiraron algunas chabolas en Hormigueras. Sí traté con Valdelomar y otros chicos que, tras el trabajo que habían tenido con Saura en la película "De prisa, de prisa", todos terminaron tan mal. Pero no eran de esos barrios conocidos los que los iniciaron en el dinero para la droga. Reconozco que entonces no convencí a nadie de que la cosa no era así. La droga fue allí una desgracia.
Querido y respetado Goti, por allí se hablaba poco de política. Sí. Aunque era algo que aún no entiendo. Pero sí echaban pestes contra los que amasaban el dinero. Este odio sí me repelía. Me cuesta de verdad estar escribiendo esto desde la comodidad de mi querido Oviedo. Pero tuve ayer una curiosa e inesperada coincidencia: de Leganés me vino a visitar Pachi, en otros tiempos chabolista y con nueve hermanos. Trabajó como nadie y hoy tiene su empresa de muebles. Pasé por varios institutos de Madrid y no vi muchos jóvenes tan amigables como él.
Estoy de acuerdo con Goti en el desacuerdo con la forma organizada de las críticas a las iglesias. Quizás el colapso del comunismo y el relativismo de ahora avancen tras la creída muerte de Dios y de nuestra Iglesia. Pero estoy convencido de que esta situación no nace en la pobreza, menor hoy en España; ni tampoco en el mundo de la mayoría del poder político. Los medios de comunicación nos brindan infinidad de opiniones, es verdad. Es el ruido de nuestra sociedad es a veces insufrible. Casi todos vivimos mejor, pero, como diría Michaux, "somos un siglo sin paraíso". No nos fiemos tanto de las críticas y pongámonos todos a trabajar para sacar esto adelante y dar trabajo a nuestros jóvenes. Quizás la mejoría que necesitamos no venga ni por la derecha ni por la izquierda. Todo llegará a su tiempo, aunque sea a pasos contados.
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