La Ronda Norte y las repoblaciones de la Forestal
He tenido la oportunidad de convivir muchas horas con los guardas forestales de los años 50. Cuando pasan a considerarte uno de los suyos te narran historias que han permanecido silenciadas a lo largo de los años. Te cuentan cómo “la Forestal” llegaba a los montes y con la connivencia –cuando no el aplauso– del correspondiente Ayuntamiento repoblaba los montes, en algunos casos propiedad de los vecinos aunque usurpados por las diferentes administraciones, hasta el borde de las casas, privándoles de uno de los principales medios de sustento. Vuelve a repetirse la historia. Llega “la Forestal” –el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana– y con el aplauso del Ayuntamiento, nos colocan la Ronda Norte, una obra que no soluciona los problemas –me remito al artículo publicado por LA NUEVA ESPAÑA “La Ronda Norte no culmina nada”, escrito por un ingeniero de minas y un geólogo–, que es “faraónica” –226 millones de euros para empezar; recordar que los túneles de Pajares se presupuestaron en 1.085 millones y van por los 4.000 millones–, que es anacrónica –según el estudio del Ministerio nos va a ahorrar 2 minutos; 226 millones para 2 minutos–, y que está absolutamente desfasada conceptualmente –en los muy alabados fondos Next Generation hay que demostrar, para cada actuación, que se cumple el principio DNSH (Do No Significant Harm), que es una condición definida por la Comisión que obliga a realizar una autoevaluación que asegure que la inversión o reforma no afecta negativamente a uno, o varios, de los seis objetivos medioambientales definidos en el Reglamento 852/2020, uno de los cuales es la protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas.
El desprecio hacia los que se verán desprovistos de sus tierras, hacia los que padecerán en sus casas el ruido de los vehículos al circular por seis carriles a 100 kilómetros por hora, hacia los que verán al abrir sus ventanas un muro –pantalla acústica–, hacia los que no podrán utilizar sin contaminación acústica los diferentes espacios verdes, el Camino de Santiago o los monumentos prerrománicos, hacia los que se encontrarán que sus explotaciones ganaderas quedan a un lado de la Ronda y las tierras al otro... es absoluto.
Tienen nuestros dirigentes una ventaja respecto a los de los años 50. La Ronda no arde. Los pinos, sí.
Víctor Carlos
Oviedo
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