La Nueva España » Cartas de los lectores » A nuestro querido Dr. Payo

A nuestro querido Dr. Payo

20 de Junio del 2022 - M.ª Jesús Fernández González, M.ª Luisa García Fernández y Concepción Castañón Baizán (Oviedo)

Creo que mi destino estaba escrito. En primero de Enfermería, en el año 1972, ya conocí al primer “Payo-Losa”, fue mi profesor favorito, ya había un feeling especial, gran profesor, gran profesional y, sobre todo, gran persona. Por circunstancias de la vida, nos vimos privad@s de él muy pronto. Una gran pérdida.

En el año 1975 empieza mi carrera profesional como enfermera en el Instituto Nacional de Silicosis, en Oviedo.

¡Sorpresa! Está el Dr. Payo Losa de guardia. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Llega a Urgencias el doctor. Yo nerviosa como un flan porque en Neumología mi experiencia era prácticamente nula. Quedé bloqueada y no me presenté, pero él sí lo hizo: “Soy Félix Payo, ven, que vamos a hacer un electro y una gasometría a este paciente. Yo te diré”.

Aquí empezó todo y ese mismo día le conté que había conocido a su hermano, hizo un silencio… y continuamos trabajando.

Para mí fue como si el Payo que había conocido hubiera vuelto. Me enseñó a leer un poco el ECG, a pinchar arteria, saber qué significaban los resultados y… más y más de aquella Fisiología Respiratoria que le apasionaba.

A Enfermería y a todo el equipo que trabajamos con él, cuando hablo de equipo me refiero a todos los estamentos, no solo a enfermer@s, nos enseñó casi todo lo que hoy sabemos.

No era un buen orador, ni bla, bla, bla…, era un trabajador nato, una hormiguita que compartía todo su saber y experiencia.

Disfrutamos mucho con el equipo que formamos y nadie quedó atrás, pero las tres enfermeras que hoy firmamos este escrito vivimos con Payo muchas horas por la tarde preparando trabajos, viajes a congresos y cursos, nervios para presentar y muchísimas vivencias y anécdotas. Marisa, desde 1987; Conchita, desde 1990, y yo, desde 1975. Muchos segundos para meter en una carta.

¡Oye, Payo!, Payo para aquí, Payo para allá… excepto cuando había pacientes o alguna visita, entonces era Dr. Payo, no porque él quisiera ese trato, nos salía así.

A Payo le sobraban las adulaciones, los tratamientos de don, señor o doctor. Su esposa cuando iba al hospital a verle para cualquier asunto preguntaba por Félix, nunca por el Dr. Félix Payo.

El trato de reverencia no iba con él. Discreto, sus éxitos profesionales siempre eran compartidos: el “fui yo y para mí” en todos los años de profesión nunca se lo oí decir.

Buen profesional, mejor persona, no recuerdo ni una queja de sus pacientes. En definitiva, una persona íntegra que por ser fiel a sus ideas y a sus principios no disfrutó de otros escalafones y privilegios. Para Payo esto tenía menos importancia, sus principios estaban muy por encima.

A veces cabreado y cabreante, cansino y a veces cansado, pero siempre en silencio, repetitivo y exigente.

Siempre empujando, nos decía: “Cómo que no tenéis tiempo, cómo que no se puede, podéis saber de neumología más que muchos médicos, no hay techo. Las diferencias están marcadas en el sueldo no en el saber, así que a trabajar. Mañana quedamos por la tarde”. No podías decir que no.

El trabajo de las enfermeras de su equipo y los éxitos de las tres mosqueteras los disfrutaba más que los suyos propios.

Sonrisa pícara debajo del bigote y ojos pizpiretos le delataban.

Trabajos de investigación, cuando esto en enfermería era rarísimo, Premios obtenidos, presentaciones en congresos regionales y nacionales, clases de Estadística, becas para investigación, publicaciones. Nos enseñó a no guardar para nosotr@s lo que sabíamos, poco o mucho, había que transmitir y compartir.

Otra tarea… dar cursos, impartir docencia.

Además de orgullo y satisfacción personal, ganamos para comprar un equipo informático. Lo donamos al hospital para poder usarlo y tener el mantenimiento. Por entonces nadie tenía nada igual y era impensable que las enfermeras de Fisiología lo tuvieran. Con impresora en color, fotocopiadora, escáner y… todo, todo y más, se lo debemos a Payo.

Payo, nos dejas un vacío enorme y una estela imborrable. Un fuerte abrazo allá donde estés.

Hemos conocido en tu despedida a tu otro hermano y te diremos que los genes no mienten. Te estamos viendo sonreír.

Gracias por dejarnos compartir un trocito de tu vida. Nunca te olvidaremos.

Las tres mosqueteras.

M.ª Jesús, Marisa y Conchita.

Cartas

Número de cartas: 48985

Número de cartas en Diciembre: 108

Tribunas

Número de tribunas: 2175

Número de tribunas en Diciembre: 3

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador