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El colegio rural de Moanes, en Valdés

30 de Octubre del 2010 - Juan Antonio Sáenz de Rodrigáñez Maldonado (Luarca)

La Escuela Rural ha estado siempre presente en la vida de los campesinos y agricultores. Ha transmitido a cada generación los principios y valores que conforman la conciencia de la dignidad de la vida, y ha dotado a sus alumnos de las herramientas intelectuales que hacen posible el conocimiento e interpretación de la realidad.

Con la llegada del Sr. Riopedre a la Consejería de Educación de Asturias se reconoce el servicio imprescindible e irreemplazable de la escuela rural, así como el papel desempeñado por el maestro con destino en estos centros. De la misma forma que se ha llevado a las localidades rurales servicios de proximidad, como la atención médica y a los ancianos, y aquellos otros servicios destinados a atender a personas dependientes, con la creación de los Colegios Rurales Agrupados se amplía y renueva el papel de la escuela, para mejor servir a los niños de las zonas alejadas de la Villa.

Si admirable es la labor llevada a cabo en cada una de estas escuelas rurales, hay que admitir que la realizada en Moanes es excepcional. No debe sorprender que algunos padres de Otur, informados del resultado del método de enseñanza aplicado en las aulas de Moanes, quieran matricular a sus hijos en esta escuela.

En la compasión cristiana con los pobres de la zona rural de Villar, Almuña y alrededores, se halla el origen de la construcción del colegio José García Fernández. Es la orden de las monjitas de la caridad la que lleva a cabo la labor de la Iglesia Católica de atender a los más desheredados, ofreciéndoles la posibilidad de disfrutar del derecho irrenunciable e inalienable a la educación. De este colegio es el caso de un crío que ha estado escolarizado dos cursos. En este período escolar el niño ha aprendido a leer: “la ‘m’ con la ‘a’, ‘ma’…”

El tercer año de su vida escolar transcurre en el colegio rural ‘Pintor Álvaro Delgado’, de Moanes. Terminando el primer trimestre, el niño lee. Con su profesora del aula de infantil, Da. Concepción, ha aprendido a leer, comprendiendo aquello que lee; ha descubierto –dice él- que “las palabras hablan”. Al final del segundo trimestre, el niño lee sin silabear, y comienza a construir frases sin unir los términos. En el último tramo del curso redacta un sencillo cuento, sin ayuda de un mayor, sólo aplicando el método que su profesora le ha enseñado.

Preguntada por el trabajo y el rendimiento de los alumnos, la profesora de infantil explica el método que siguen ella y su compañera del aula del segundo ciclo de primaria. Atendiendo a su exposición, se tiene la impresión de asistir a una revelación: el método es sencillísimo, pero eficaz. Con pocas palabras, la profesora expone cómo organiza y estructura los contenidos y actividades, adecuándolos a cada uno de sus alumnos. Sólo alguien, como esta maestra, que conoce detalladamente cada paso, cada momento, puede tener la seguridad y confianza absoluta en el trabajo que realiza y del fruto que obtendrá.

Termina la entrevista con la muestra de ejercicios de redacción de los alumnos del aula de infantil: redacciones, de 8 y 12 líneas, escritas por la niña de primero de primaria que sorprendería a profesores de 4º de la E.S.O. y de Bachiller; redacciones, de 4 y 6 líneas, de los críos de 3º de infantil que despertaría la admiración en aquellos que a la enseñanza se dedican. ¿El secreto? ¡Trabajo, método y saber hacer!

Al escuchar a estas dos maestras, Marisa y Conchita, se descubre el valor inimaginable de una buena educación. (¡En qué baja consideración y estima se tienen a estos maestros de la Escuela Rural!.) Al hablar con la profesora del aula del segundo ciclo de primaria, la comprensión de lo que es la enseñanza “multinivel” se completa.

La nueva situación, originada en el cierre del aula de infantil, obliga a los alumnos del primer ciclo de primaria, de infantil y a los alumnos del segundo ciclo de primaria a estar en la misma aula y con un solo profesor. Ahora, para los padres, la preocupación es mayor. ¿Cómo un solo profesor va a responder a las necesidades de alumnos de siete niveles diferentes, sin que represente un perjuicio para los alumnos?

¡No hay problema! A los pocos segundos de comenzar a disipar los temores, se cae en la cuenta de que se está en presencia de una maestra con conocimiento pleno y actualizado, enriquecido por 31 años de experiencia, todos en colegios rurales. En unos minutos expone cómo organiza una clase de seis niveles y cómo planifica la enseñanza de los mismos. Se programa los contenidos de forma que todos los alumnos, independientemente del nivel al que pertenezcan, reciben al mismo tiempo la explicación de la materia que han de aprender, y todo ello sin sacrificar la atención individual ni recortar los programas. ¿Cómo es posible? CONOCIMIENTO, MÉTODO, EXPERIENCIA Y TRABAJO.

No; no hay milagros. Esto se entiende cuando se conoce la naturaleza de las escuelas rurales. Se trata de “aulas unitarias”; es decir, en la misma aula hay alumnos de diferentes niveles y un solo profesor. El contenido de los programas es el mismo que el de los colegios no rurales, pero se programan siguiendo otro criterio, que no el que indica el índice de los libros de textos. Me explico.

Si el adjetivo es el tercer capítulo en el libro de 3º y el quinto en el de 2º, el primero de 6º…, el profesor explica el adjetivo para todos. ¿Qué sucede? Dicho procedimiento representa no sólo la enseñanza de nuevos contenidos, sino que, al mismo tiempo, el repaso de lo ya aprendido es constante. Lo habitual, en esta enseñanza multinivel, es que el alumno, a partir de cierto momento, se encuentra que comienza a dominar los conocimientos del nivel superior al suyo; y el del nivel superior, en la medida que va adquiriendo nuevos conocimientos, no cesa de repasar. Y todo ello sin renunciar a adecuar las actividades no a los niveles, sino al colegial. ¿No es admirable?

Bien. Hasta aquí la atención a las necesidades que preocupa a un padre. Efectivamente, cada uno de los críos que de esta escuela sale lo hace entrenado en las herramientas intelectuales que le permitirán afrontar los siguientes niveles académicos. Pero, ¿se agota aquí toda la labor de Marisa y Conchita?

No. Sencillamente estas dos mujeres se exceden en generosidad. Me explico. Aquellos contenidos relacionados con la formación del escolar como persona no constituyen, por sí mismos, un capítulo aparte. La asunción consecuente, por estas mujeres, de los tres pilares de nuestra civilización, a saber, la dignidad de la persona, el imperativo moral de la búsqueda de la verdad y la libertad, y, consiguientemente, de los valores y normas emanados de estos principios, está presente en cada momento de la diaria actividad escolar, en cada uno de los momentos de las tareas escolares o de aula, en cada uno de los contenidos del programa. Por muy abstractos que sean los contenidos, las referencias a tales principios es constante. Éstos no se tratan como si fuesen contenidos de un capítulo independiente de los otros contenidos. Tales contenidos, llamados el ideario de un centro o educación en valores, son asumidos de tal forma por estas dos maestras que constituyen la atmósfera que los niños respiran en el aula.

Dos mujeres, con su marcada personalidad cada una de ellas, pero tan identificadas en la orientación de la labor docente, separarlas no beneficia a nadie. Sólo en la coincidencia de estas personas, vocaciones, modo de entender la enseñanza y finalidad de la misma, en un mismo centro, hace real el modelo de Moanes; por separadas, nunca se lograría lo que sí son capaces de alcanzar juntas, conjugando el esfuerzo y la orientación de ambas.

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