¿Azul, o verde?
Cómo lo sé yo que lo que veo como verde no es lo que otro ve como azul. Por supuesto que el nombre solo es una palabra para comunicar una idea, pero que no determina el color en absoluto. Al otro carajo y a mí nos han dicho de la misma plasta que es verde, o que es azul, pero ni el otro carajo ni yo tenemos ninguna referencia que nos indique que estamos viendo el mismo color.
Me ha dado por entrar en esta huevonada porque, con harto frecuencia, ante lo insólito que para mí resulta, no dejo de preguntarme cómo es posible que los españoles, en este caso, hayan patrocinado gobiernos como los de Sánchez o Zapatero, especialmente. Me ocurre cuando, por ejemplo, buscando una carta mía en el diario, mis ojos tropiezan con alguna otra que ve virtudes donde yo veo aberraciones.
Es entonces cuando comienzo con esto que, más que monólogo, considero un diálogo conmigo mismo.
Oye, pues el que este lo vea verde y yo azul, coño, podrá parecer raro, pero resulta que es de lo más natural. En definitiva, conos y bastones, de la naturaleza imposiciones. Nada podemos hacer con esa vaina, pero es que lo que los individuos humanos ofrecen a sus congéneres para ser catalogados no son los meros colores de su piel o su indumentaria. Quizá su apariencia sea lo menos importante a la hora de hacernos una idea sobre ellos, sin duda lo que dicen y hacen son, ¡deberían ser!, determinantes. Porque no nos los sirven como los colores, ya definidos por nuestra percepción automática, ¡tenemos que definirlos nosotros con la razón que analiza la percepción! Y eso ya... Es harina que, posiblemente, no quepa en ningún costal. Tan diferentes somos. Con tan diferentes motivaciones...
Sin embargo, increíblemente, hoy en día, la desfachatez del político ha logrado tal hegemonía que ya las encarnaciones demoníacas han dejado obsoletas las metáforas reptilianas a la hora de promulgar su intención de ahuevonarte con su veneno para servirse de ti. No es necesario. El pueblo ha facultado al presidente del Gobierno, en particular, y a los políticos, en general, para decir y hacer lo que le dé la gana al uno, y decir, a los otros.
Tal como está la cosa, no resultaría nada extraordinario que, ahora mismo, a Sánchez le diera por llamar a la alcaldesa de Gijón.
Oye, Ana. Que aprovechando que andas con esto de remodelar la yincana del Muro, que me abras un paréntesis y me lo dispongas para que pueda aterrizar el Phantom en él. Que quiero ir ahí a presentar un proyecto muy interesante para Asturias.
A la orden, Pedro.
En un plisplás ya estás. El Phantom aparcado a la altura de la escalera 12, y el Presidente, sobre la tarima que la primera autoridad local le preparó en la redoma del Piles.
Asturianos y asturianas, desbordado de alegría por encontrarme con vosotros y vosotras, en esta tierra, cuna del gran rey, que sin duda tuvo su reina... –cuchichea al oído de su esposa– Bego, ¿cómo se llamaba el rey ese que te dije? Bego –diligente para que él continúe– el gran rey Pelayo, fuente de inspiración en mi lucha para liberar a España del actual enemigo que pretende destruirla, la derecha radical y fascista representada por Vox y PP. Pero hoy no he venido a hablar de política, sino a presentar el proyecto nacido en la mente de nuestra preclara Irene, que, como ministra de Igualdad, quiere acabar con la discriminación que, entre los mugílidos, sufre el muil respecto a su familiar el salmón, creando una imponente red fluvial que unirá el Piles con el Cutis y el lecho de la Garganta del Cares, para que por siempre sea preservada la supervivencia de un pez tan representativo de este hermoso río que a mi espalda discurre...
Pero bueno, ¿y este qué dice?
Pues lo que le da la gana. Y que no le salga de las narices hacerlo, porque lo hace.
O sea que, lo de menos, la obra para convertir el Muro en una pista de aterrizaje. Cuando el Phantom haya despegado con el ilustre pasajero a bordo, convertimos la pista en... En lo que sea y listo. Lo que sobra en esti ayuntamiento ye rial pa cualquier ocurrencia socialista. Y no te digo nada en España para las ocurrencias de este Gobierno del mismo signo. Como ni Ana ni Pedro van a pagar, ¿van a sufrir por gastar? Pues claro que no. Lo que van, a gozar, como libando a la mosca la araña, chupándole el jugo a España.
España... Un país con más de la mitad de españoles, los niños no votan, que sufren el Gobierno que no merecen.
No me canso de decilo, qué injusta ye la vida.
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