Con el miedo bajo el ala
He leído con satisfacción el artículo de F. J. Serón: “La soga al Cuello”. De él destaco que el desarrollo científico y material en el último siglo no ha sido equivalente con un sentido de responsabilidad social. La sociedad parece que tiene miedo a lo nuevo. Como siempre, tras la lectura de cualquier tema se amontonan o amotinan las neuronas, Sí, el miedo debería dar miedo; pero no parece que la amenaza nuclear y el calentamiento global sea el tema del personal. ¿Por qué?, quizá se trate de un mecanismo primitivo de supervivencia: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. O dicho de otro modo según estas citas: “El hombre está dispuesto siempre a negar todo aquello que no comprende” (Pascal), “El hombre no está dispuesto a comprender cualquier verdad que lo compromete” (J. L. Sancho).
A mi parecer –que es de lo que se trata en un medio de comunicación– el desarrollo tecnológico y material, e incluso el científico, a excepción de la penicilina, no han contribuido a mejorar al ser humano. El que algunos “vivan mejor” quizá depende de que viven desinteresados de los demás. Los demás son el 85% de la población mundial, que vive con menos de 30 dólares al día, 800 millones que pasan hambre, o que no disponen ni de agua, ni de vertido. Son 70 millones de refugiados, 280 millones de migrantes, 73 millones de niños abortados, 275 millones que consumen droga más o menos ilegal y 1.300 millones que consumen la droga legal y letal del tabaco, 7 millones mueren todos los años y 1,2 millones por respirar el humo del fumador; esos son los que no deberían haber muerto.
Podría seguir hasta demostrar que en lo que no se ha invertido es en el ser humano mismo, no se ha protegido su vulnerabilidad, no se le formado en valores, y... ya no hay vuelta atrás. Ahora ya da miedo el líder con su ambición, y el hombre de la calle con su laxitud, indiferencia y egoísmo. Esperemos que la misericordia divina nos rescate de la funesta administración humana y sus aterradoras consecuencias. “El opresor llegará a su fin, la destrucción terminará y los que pisotean a otros desaparecerán de la tierra” (Isaías 16:4).
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