Cudillero honra a San Pedro, San Pablo y San Pablín
Mientras Cudillero viva y mane la fienti il cantu, bajará San Pedro a la ribera en la compaña de tous los santos. Viejo cantar de la danza prima. Bailaban los corros y el gran pescador de Galilea patrón de todos los barcos de la costa cántabra desciende solemne en su silla gestatoria a bendecir las aguas de una mar cambiante y bravía este año. Amurar es izar vela, pero el lenguaje de los marineros pixuetos lo pronuncia a su manera.
La gente se agolpaba en los balcones de las casas que son miraderos a la mar mientras San Pedrete avanzaba entre vivas y los compases de la banda municipal que entonaba la marcha real. Desde la proa de la lancha, Marqués, vestido de azul como todos los años y soplándole el texto un consueta, al cuello un moquero de hierbas, contaba las incidencias de este año, los casos y sucesos de esta bella localidad colgada de las rocas. Un año más con recuerdo a los que se fueron, el cura don José, el periodista Balbín; la pandemia, la subida del pan, Ucrania, etcétera. Un acto sencillo pero lleno de la espiritualidad con la cual avanza por la historia esta villa marinera que armó los galeones que partieron hacia América -Menéndez de Avilés, el descubridor de la Florida, tenía casa blasonada en el puerto- y sintió la devoción a los santos, sobre todo a Santa Ana. Una galera de la Invencible así se llamaba y fue tripulada por cudillerenses. Me embargaba la emoción de este acto, unida al agradecimiento a esta villa que me ha acogido y espero que vuelva agradable mis últimos días después de recorrer tanto mundo. Para entender a los pixuetos hay que leer a Palacio Valdés, que en su obra “José” esboza el carácter de estos lobos de mar, todo corazón, todo coraje, con un exaltado sentido del humor y una catolicidad a machamartillo. Que ha pescado en todos los caladeros del mundo, por eso dicen que el que no sepa rezar que se embarque a la mar. En Cudillero hay vírgenes y cristos por todas las partes. El más impresionante, una talla del siglo XIII en la bajada por la calle real, y retratos de la Virgen del Carmen en los chaflanes y las esquinas. España necesita contagiarse de esta alegría y amurar vela encendiendo la linterna del castillo de proa, no tengamos miedo a las galernas. Viva San Pedro, San Pablo y San Pablín. Otro año más.
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