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En la frontera de Melilla

1 de Julio del 2022 - Javier Arjona (Siero)

Una semana después de los hechos de Melilla, donde decenas de personas negras murieron, varias fueron deportadas “en caliente” de forma ilegal, y centenares fueron reprimidas y sacadas a territorios diferentes en clandestinidad, mientras sus familiares siguen buscando y preguntando ¿dónde están?, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado CEAR nos vuelve a decir que todas las personas merecen protección, que hay leyes y normas que las autoridades están obligadas a cumplir en vez de vulnerar, que no debe haber más violencia ni tampoco impunidad en la Frontera Sur, y que no basta con lamentarse.

Dice la CEAR que “después de la tragedia de Melilla y que cada año mueran miles de personas intentando llegar a Europa, no es suficiente con los mensajes de condolencias para las familias o con mostrar preocupación por los hechos. No es suficiente porque se puede hacer más. Porque si tantas y tantas personas se lanzan al mar o se exponen a la violencia en las fronteras es por la falta de vías legales y seguras para pedir protección internacional”.

Dice la CEAR que “esta tragedia es el coste de la externalización de fronteras y de poner el control de las mismas en manos de un país como Marruecos, que no respeta los derechos humanos. Y desgraciadamente, si no hay un cambio de rumbo en las políticas migratorias, puede volver a pasar. Por eso no es suficiente con mostrar preocupación, porque para evitar tragedias como esta solo hace falta voluntad política”.

En muchas ciudades españolas, tras la “tragedia de Melilla”, hay nuevas movilizaciones de rechazo, como la de Oviedo.

Sigue diciendo la CEAR que la acogida dada a las personas afectadas por la guerra de Ucrania ha demostrado que otra manera de actuar es posible.

El ACNUR calcula que la guerra de Sudán del Sur ha dejado un rastro de cuatro millones de desplazados. Más de dos millones de personas han huido del país y algunas han dado con sus huesos en Melilla. Si se quisiera poner rostro a los instigadores de las milicias sursudanesas, se podría encontrar datos en un informe de la ONU, con el nombre de varias petroleras.

Las personas descendientes de otras personas que fueron esclavizadas no se van de sus tierras sino que las expulsan empresas que devastan sus territorios, se quedan con sus tierras, destruyen sus formas tradicionales de cultivo y sobrevivencia. Y nuestra Ley de Extranjería es el mecanismo responsable de colocar a las personas migrantes, por debajo de la línea de los derechos humanos, indiferente a que miles de ellas mueran en tránsito, cruzando la valla, en una redada racista, en un vuelo de deportación o en un CIE.

Contra ello sigue curso la campaña #RegularizaciónYa, que propone lograr una regularización administrativa del estatus migratorio para las personas migrantes y refugiadas, alcanzando así un permiso de residencia y de trabajo a personas que están en una situación administrativa irregular. Y para ello recogen medio millón de firmas para una ILP.

Desde esa misma campaña han convocado en 51 ciudades este viernes en solidaridad con las familias, en rechazo a la brutalidad inhumana, en demanda de justicia ante los crímenes en Melilla, denunciando también el racismo institucional y de algunos medios contra esas personas a las que les niegan derecho y existencia.

Las vulneraciones de derechos se incrementan, las imágenes de las personas muertas, de la represión, de las tumbas en Nador sin que haya investigación, son contrarias a toda humanidad y a todo derecho, pero con ese bagaje se ha reunido en “fiesta militarista” la OTAN en Madrid, y con toda impunidad ha acordado actuar contra las personas migrantes, como una parte sustancial de su “trabajo” millonario.

Mientras tanto las preguntas del presidente de Amnistía Internacional ante lo de Melilla nos provocan a la reflexión y a la acción: “¿Quién dejó morir a seres humanos tumbados en el suelo sin atención médica adecuada? ¿Quién entregaba a posibles refugiados desde Melilla a policías marroquíes sabiendo que iban a ser maltratados? ¿Quién mantiene cerradas las oficinas de asilo y refugio en Melilla sabiendo que no hay manera de buscar protección en España si eres sudanés o de Mali como no sea saltando la valla y arriesgándote a morir en un camino eterno por África? Hemos recibido, en una mezcla inédita y eficaz, de solidaridad y de legalidad, a más de 124.000 ucranianos que escapan de la invasión de Rusia y de la guerra y, sin embargo, dejamos que mueran hacinados en el suelo a potenciales refugiados que huyen de otra guerra y les impedimos que soliciten refugio en nuestro país, violando leyes internacionales”.

La Seguridad Humana tiene que ver con la necesidad de vivienda, comida, trabajo digno, agua potable, y sistemas de protección social que garanticen servicios públicos de calidad, un sistema de cuidados público, y con la exigencia de afrontar la emergencia climática, acabar con las desigualdades y con el desarrollo efectivo de los derechos humanos.

Las vidas de las personas migrantes, sean negras o blancas o cualquier colorido, nos importan.

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