De profesión delincuente
Uno quiere pensar que la democracia es el mejor sistema político para la gobernanza de un país, y seguramente lo será, pero cuando lee, como acabo de hacerlo, la noticia que publica hoy, domingo, LA NUEVA ESPAÑA según la cual ha sido arrestado en Alicante un sujeto que ya tiene en su haber delictivo 283 delitos conocidos, entonces entra en dudas. Este tipo de noticias son frecuentes y uno ve que pajarracos así son puestos en manos de la justicia una y otra vez y puestos de nuevo en la calle –según parece– en cuanto declaran y riéndose así de nuestras libertades.
Quienes no somos expertos en derecho no podemos entender qué tipo de leyes tenemos que permiten que gente así, que dan la impresión de tener por profesión la delincuencia, puedan ir de un sitio a otro causando el mal ajeno una y otra vez reiteradamente y que la sociedad tenga que soportar sus fechorías sin que la justicia –según parece– no disponga de las herramientas necesarias para poder poner fuera de circulación por el bien de cuantos otros trabajan, pagan impuestos y cumplen con leyes y normas establecidas, para una normal convivencia entre gente normal que acepta y respeta la democracia que entre todos nos hemos dado. ¿A qué esperan los políticos para si es preciso reformar las leyes en el sentido de que los jueces puedan leer en negro sobre blanco que quien delinque debe pagar por ello de manera ejemplar? No puede ser que tanto la ciudadanía, en general, como, de manera especial, quienes tienen el cometido de velar por el orden y protegernos se vean agredidos por quienes parece que vinieron al mundo para amargar la vida a todos los demás haciendo el mal una y otra vez. Mucho abrir el abanico de libertades para cosas que nadie o muy pocos piden, pero luego parece que nuestros políticos a la hora de legislar no ven o no quieren ver lo que está pasando en la calle.
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